♦ Ni siquiera los no adictos a la televisión podemos liberarnos o escondernos. Si quieres seguir algún telediario en español, tendrás que tragarte debates electorales que no conducen a nada: insultos, “y tu más” y puesta en escena de “salvadores de la patria”, pero que lo que realmente pretenden es salvar a su propio partido o salvar su propio cargo. ¿Son estas las noticias que realmente importan y preocupan al ciudadano de a pie? Parafraseando a Adolfo Suárez, a quien todos pretenden imitar y por el que deberían pagar derechos de autor cada vez que se apropian indebidamente de su forma de hacer política, “no pueden prometer y sin embargo prometen”. Prohibido utilizar el nombre de Adolfo Suárez en vano.
Sí, de repente han desaparecido los refugiados, los atentados de París están a años luz y apenas se habla de los yihadistas o del Gaes. No hay desahucios, ni parados, ni jóvenes que tengan que emigrar porque en España no encuentran trabajo, ni colas en los hospitales. Ahora sólo hay promesas electorales que luego no se van a cumplir. ¿Nos tratan de tontos o es que realmente lo somos? ¿ No hemos tenido tiempo durante cuatro años para darnos cuenta de qué pie cojea cada uno de los partidos? ¿No sabemos acaso de dónde
proceden los millones que se gastan en propaganda? Nos quieren convencer de que debemos subvencionar a los partidos políticos, porque así no dependen de las grandes empresas (léase bancos, cadenas de televisión, monopolios…etc.), mientras que con una mano están recibiendo las ayudas del Estado, es decir, las nuestras, y con la otra hacen reverencia –sí, bwana- a las grandes empresas amigas por la sumas millonarias que les otorgan.
Ni los ciudadanos nos tomamos en serio las elecciones, ni tampoco los partidos políticos lo hacen. La decisión del voto de muchos ciudadanos depende de si les resulta simpático o no el candidato o de si sabe o no sabe hablar. Tampoco tienen mucho interés los partidos políticos en que disminuya el porcentaje de las abstenciones. Una vez que están dentro del club de los privilegiados, en el que por la razón que sea han logrado entrar, han aprendido a echar el cerrojo para que ningún otro partido nuevo les pueda hacer competencia (avales que violan la Ley de protección de datos, plazos mínimos para recoger avales…). Hay muchas abstenciones y muchas personas que no votarían, porque ninguno de los partidos que concurren a las elecciones les satisfacen. Es como si fueras a unos grandes almacenes y no tuvieras más que seis marcas de camisas para elegir. Esto es lo que hay. No es que haya indecisos que no saben si votar a un partido o a otro. La duda generalmente es mucho más profunda: consiste entre votar o no votar, porque en principio no votaríamos a ninguno y tenemos que votar al menos malo.
Félix de la Fuente Pascual es Secretario de Acción Política de Ciudadanos Libres Unidos – CILUS