Podemos tiene parejas [de poder] famosas, dignas de idear un programa de entretenimiento de esos que pululan en la parrilla de Telecinco. Sálvame, Gran hermano, Sexo en el pantano, Intercambio con sentido o Podemos intentarto de nuevo. Tanto monta, monta tanto, —podría ser el título— Isabel como Fernando; Pablo como Irene; Kichi como Teresa,… y viceversa. En Leganés, para no ser menos, aunque con menor relevancia política, son Eva y Fran. Los dos ediles son pareja de hecho; y además, a fuerza de dar patadas a sus camaradas hacia fuera, —dos abandonos y cuatro expulsiones— se han convertido en los dos únicos representantes de Leganemos, la marca blanca de Podemos, que en los comicios locales de 2015 se convirtió en la segunda fuerza política del Consistorio pepinero, empatada a seis ediles con el PSOE, ULEG y PP.
Desde el principio de la legislatura han sido noticia constante. Y no de las buenas. Además de su apatía en los asuntos de la gestión municipal, del escaso trabajo como oposición, propiamente dicho, solo han destacado por los conflictos que han rodeado a la pareja en sus asuntos más íntimos —en cuanto al partido o las siglas políticas nos referimos. Había transcurrido un año justo desde las elecciones cuando se produjeron las primeras deserciones del grupo municipal, convencidos de que la primera [y mala] impresión que tuvieron sería la definitiva, la que acompañaría al las siglas durante todo el mandato. También debió influir, seguramente, el mangoneo de Martínez Borrega para hacerse con el poder, ayudado por el quehacer subterráneo y sectario de su pareja, compañero y camarada.
Las dimisiones del número 3 y del número 5 de la lista, Adrián Sánchez y Javier Blanco, destaparon los trapos sucios de la formación. Sánchez declaraba en exclusiva a Crónica: «Leganemos, como desgraciadamente ya es vox populi, tiene una crisis interna gravísima que está motivada por las diferencias entre sectores, hay una situación de parálisis; sólo se mira hacia dentro y hay un carácter autodestructivo». No erraba en su diagnóstico Sánchez, que tras dimitir como edil se dio de baja en la formación. Eso se llama coherencia, lejos del apoltronamiento que domina la política. El proyecto de Leganemos estaba infectado, sin embargo, por el virus de la ambición de la parejita: un comunista anquilosado en el tiempo y la militante feminista. Habían allanado una parte del terreno para quedarse con la marca y abrir sus vidas al futuro. Fran era el número uno y Eva la última de los ediles que resultaron elegidos en mayo, aunque era ella la que mandaba gracias el empoderamiento, que dicen ahora, como mujer. Tras las dimisiones entraron como ediles José Manuel Barbé y Beatriz Alonso, la relación de poder volvió a ser de dos a cuatro.
Para un estalinista y marrullero el pescado estaba vendido. No había marcha atrás. Fran Muñoz es ‘Diplomado en Relaciones Laborales’ —una titulación extinguida desde 2012 y que precisa de nuevas asignaturas y trabajo fin de carrera para optar al Grado en Relaciones Laborales; además, en su curriculum oficial no figura la Universidad en la que cursó esos [presuntos] estudios. Antes de vivir de la política, Fran se bandeaba como sindicalista aunque se auto nombra como ‘Jefe de Mercado de Alcampo’ —ahí es nada, lo mismo, dicho sin desmerecer, es ser responsable de la sección de pescadería pero jefe de nada; menos que un percebe. La política era la ocasión de acceder a una parcela de poder lejos de las escamas y el olor de chirlas y pescadillas.
Leganemos se convirtió en una jaula de grillos. Líos internos, reveses judiciales, dimisiones, comentarios extemporáneos,… Fran y Eva consiguieron expulsar al grupo de no adscritos del Ayuntamiento de Leganés a las otras ‘cuatro concejalas’ —tres mujeres y un hombre— con el objetivo inequívoco de controlar la marca de Podemos. El primer varapalo llegó cuando Podemos anunció que rompía su relación con Leganemos; luego vendría la sentencia judicial del conflicto cuando el juez dictó que había conculcado los derechos de los cuatro ediles expulsados del grupo.
Pero la parejita, por los hechos los conoceréis, no se amilana ante nada. Han insultado en las redes sociales, menospreciado y corregido de manera impertinente a vecinos, periodistas y medios de comunicación. Han llegado, incluso, a exigir una rectificación a una noticia en la que ella aparecía nombrada con su segundo apellido, más notorio y personal que el primero, sin que hubiera la más mínima intención de menosprecio. Se apellida Borrega, aunque se avergüenza de ello cuando la nombran así. Es triste. Los Borrega llevan un apelativo poco corriente, extendido por toda España, aunque más abundante en la provincia de Cáceres cuando las mestas conducían sus rebaños transhumantes por la cañada real de la Plata. No se enfade señora Borrega; no confunda las churras con las merinas. Es su linaje, la herencia más noble de sus ancestros. Si la llaman Borrega no significa que sea una oveja, es que se apellida así. A pesar de cualquier razonamiento heráldico, Borrega exigía rectificaciones a los medios mientras insultaba a los periodistas que no le caían simpáticos o que no l como si fuera una cobra encantada. Y si no compartes su opinión, o criticas sus ideas políticas y sus trapicheos, te acusan de machista; y resuelta el debate y la diatriba. Descalificado, siendo varón, el periodista no puede opinar ni rebatir, no está cualificado para decir que la señora Borrega es una [presunta] tramposa y una trepa, en el más puro significado de la palabra en términos laborales y políticos.
Eva Martínez Borrega, aproximadamente de 28 años [según la web del Ayuntamiento en el 2016 tenía 26 años], se presentó a las primarias celebradas este 2018 para hacerse con el cargo de Secretaria General de Podemos. Las marcas blancas del partido de Pablo Iglesias están amortizadas. Se acabaron. Tras una campaña dura, apoyada por Muñoz y por el huidizo Errejón, frente al tándem de Gustavo Guzmán —que conciliaba a las cuatro ediles no adscritas— y Ramón Espinar, hijo del exalcalde de triste recuerdo en Leganés a causa del caso de las tarjetas black.
Tras las votaciones, siempre tan turbias en Podemos, se anunció la victoria de Martínez Borrega como nueva Secretaria General de Podemos Leganés; solo por cuatro votos más que su rival. A pesar de la proclamación, ese mismo día se alzaron algunas voces denunciando las trampas de la candidatura [presuntamente] ganadora. Se habían contabilizado votos de personas que habían acudido a la consulta. Alguien había ejercido ese derecho por ellos. Se barajaba la posibilidad real del fraude. Y así ha sido finalmente. Se ha comprobado que alguien disponía de carnés de identidad de militantes y que ejerció el voto telemático en su lugar. La victoria de Borrega era un fraude en toda regla, ganando a pulso, como en el caso de los reyes y reinas el calificativo de su mandato: Eva ‘La Breve’ de Leganés. Pero nada; la revolucionaria parejita pepinera no se rinde. El descalabro no les ha amilanado; inmediatamente han anunciado que piensan presentarse a la reelección con las mismas siglas de Leganemos para trabajar por las confluencias, la unidad, la lucha de clases, la defensa de los pobres, de los desahuciados y todas esas paparruchas con las que pretenden justificar sus trampatojos y el ansia por vivir de la política sin dar ni palo al agua, como nueva y sorprendente casta. Pobres, como si los leganenses fueran tontos y no conocieran sus triquiñuelas ni cuál es el partido al que, siendo simpatizantes de los círculos morados, van a apoyar con su voto; cualquiera se apostaría unas cañas a que no sacan ni 500 votos. Pero Muñoz y Martínez no temen al descalabro…aunque se pone en peligro en chalecito en la sierra. Hartura de Leganés
Cuando se presentó en el 2015 a las primarias de Leganemos, consiguiendo el puesto número 6 de la lista —puesto en el que resultó elegida como concejala—, Martínez Borrega se presentaba a sí misma antes las bases: «Llevo en Leganés toda mi vida, 25 años y he sido partícipe de cómo este Ayuntamiento ha sido gestionado por personas que han visto en la política su único beneficio —risas del respetable— , dando la espalda a la mayoría social. He sido partícipe, además, de un momento histórico en el que nos ha tocado luchar, pero con dignidad, para cambiar las cosas y siendo conscientes de que la situación de derroche y corrupción no pueden volver a darse». Bien, en el 2015 veía con claridad el pasado y, como pitonisa, adivinó hasta su propio futuro, su fracaso. Eva, ahora, decaída en su generosa visión de antaño, quiere ser casta, dicho sin ningún tipo de referencia sexual; hablamos solo de política. ¿Qué tendrá eso que nadie se quiere ir? ¿Será, de verdad, la erótica del poder?
¿Pero que ha hecho esta mujer, a la que algunos califican de ‘ni-ni’, para llegar tan pronto y tan alto? Martínez Borrega, ‘La Breve’, ha hecho ostentación durante unas semanas de su cargo de Secretaria General. Concejalía y portavocía asegurada. 60.000 euros por año al talego y puerta abierta al futuro político en el partido de los antiguamente indignados. Sin embargo, la alegría dura poco en la casa del pobre. Ha tenido que rectificar su currículo y, lo que es peor, recular en su propia biografía.
Martínez Borrega aseguraba en twiter, red en la que se muestra superactiva, ha rectificado su historial académico. Es algo endémico que afecta a políticos de todas las ideologías. En todos los partidos hay tontos que presumen de lo que no son, de másters que no han cursado, que han obtenido sin ir a clase, sin trabajo fin de carrera, incluso de estudios o profesiones que no tienen. Eva es una más de esa caterva de mentirosos que alardean de lo que no son; impunemente hasta que el caso Cifuente ha hecho saltar por los aires la vanagloria y la petulancia académica. En las redes sociales y en la página de Leganemos presumía de tener [‘ha estudiado’] un Máster en Igualdad de Género en Ciencias Sociales, para mayor abundamiento citaba a la Universidad Complutense de Madrid como la emisora del título. #YoNoTeCreo.
Pues nada; mentira. Tras el tsunami del fraude electoral interno, Martínez Borrega ha tenido que cambiar discretamente la literatura que adornaba su currículo. Ahora se comprueba que no ‘ha estudiado’ sino que está ‘cursando’ el Máster de Igualdad de Género, un cambio en el tiempo verbal importante para constatar las mentiras de una política fracasada. Por las biografías anteriores, la sensación generalizada es que Borrega tenía, a diferencia de Cifuentes, un título conseguido sin trampa, enchufe ni cartón. La realidad es otra: la concejala de Leganemos se encuentra en la senda de finalizar estos estudios. En curso…
¿Pero le está aprovechando las enseñanza de ese máster? Parece que no. Además de los manidos eslóganes de las feministas más recalcitrantes, las militantes del #yoSItecreo solo se conoce una de sus hazañas en pro de la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres. Precisamente, meterse con mujer. Organizar un escrache, ejercer la violencia, en el puesto de trabajo de otra mujer, solo porque no comparte su visión de la cuestión femenina ni la política.
En marzo del año pasado, Eva Martínez y Fran Muñoz, junto a su fiel escudero Pablo Gaona, organizaron un escrache contra Alicia Rubio, profesora y jefa de estudios del IES Arquitecto Peridis. Rubio ha publicado un libro en el que no comparte la visión del feminismo militante de la extrema izquierda: ‘Cuando nos prohibieron ser mujeres …y os persiguieron por ser hombres: Para entender cómo nos afecta la ideología de género’. Efectivamente, además de profesora y escritora, Alicia Rubio es militante destacada de Vox, un partido de extrema derecha. Para los de extrema izquierda está mal visto ser de extrema derecha; y viceversa, suponemos. Sin embargo, el fascismo y la intolerancia, en este caso hay que adjudicárselo a comunistas y feministas. ¿No se puede pensar de forma distinta? Eva Martínez y Fran Muñoz negaron ser los organizadores del acto de boicot a la profesora. Sin embargo los videos de una emisora de televisión demostraron esa falacia.
El resultado final del episodio de acoso personal, ideológico y laboral organizado por Eva Martínez Borrega y los dos varones ‘leganemitas’ —no por los estudiantes— es que Alicia V. Rubio, fue destituida como jefa de estudios del instituto leganense. Fueron los primeros en llegar al escrache y los que se encargaron de llamar a su red de contactos en otros institutos para que se sumasen al acto, sin decir en qué consistía. En el primer asalto de mujer contra mujer, vencía la acosadora e intolerante Martínez Borrega. Para eso es —digamos casi para ser exactos—, máster en Igualdad de Género. Ya verán las hembras, y los varones, cuando lo acabe. Se van a enterar, ya sin complejos, quién es Borrega.