LEGANÉS

La concejala [errejonista] de Servicios Sociales de Leganés bloquea a una madre soltera desahuciada

Fran Muñoz y Eva Martínez Borrega, los dos ediles errejonistas del gobierno municipal de Leganés

►  Sara, con dos hijos, fue desahuciada el 25 de junio, con Leganemos ya en el Gobierno
► “Me he sentido utilizada por Leganemos”
► Según la afectada, Martínez Borrega, le ha llegado a decir que está “cansada” por sus horarios de concejala

Es el mundo al revés. Aquellas que venían a poner las instituciones al servicio de la gente (humilde), hoy, tras acomodarse en el sillón de concejala delegada, bloquean a las vecinas más necesitadas. Todo un ejercicio de empatía y de feminismo. Sara, madre soltera con dos hijos menores, de 2 y 8 años, fue desahuciada en Leganés el pasado 25 de junio, tras una lucha anterior en la que consiguió parar otros intentos de lanzamiento. Tenía alquilada una habitación en un piso perteneciente al IVIMA, que hoy está cerrado. Actualmente tiene tres trabajos, aunque dentro de la precariedad. Ya lleva más de un mes de casa en casa de amigas. Eva Martínez Borrega (Leganemos), edila de Servicios Sociales, Cultura e Igualdad, ha bloqueado a Sara del WhatsApp. Hace un tiempo hacía acto de presencia en los desalojos que acontecían en la ciudad. Actualmente, ocupa un sillón y cobra 60.000 euros. Eso sí, hace unos meses, sí le pasó a Sara publicidad de Leganemos. Gesto que ya no pone en evidencia su clase política, sino su talento como persona. Mucha sororidad no se aprecia.

Sara celebrando con sus vecinos haber parado el desahucio en una ocasión anterior.

A Sara le cuesta trabajo hasta respirar. Cabría perfectamente en algunos versos que Miguel Hernández le dedicaba a su amigo Ramón. Y es que a ella también le “duele hasta el aliento”. “Ya no puedo más. Lloro, río, y me pregunto al mismo tiempo si me estaré volviendo loca”, confiesa agotada a nuevocronica.es, mientras no para de refrescar el portal de Idealista en busca de la oferta perfecta. Esa es ni más ni menos que un alquiler social y se encontraría con la Administración local de su parte. Sin embargo, tristemente, Borrega le ha dado con la puerta en las narices.

“Para que el pueblo recupere su soberanía”, era otro de los mantras que repetían hasta la sociedad en esta CUP, hoy bajo las faldas de Errejón y bebiendo en los pechos de un PSOE más afanado en agradar a la patronal que en derogar la reforma laboral. No es lo mismo predicar que dar trigo, reza la sabiduría popular.

Cuando Borrega predicaba le mandaba a Sara propaganda partidista a su WhatsApp. “Y yo como una idiota les hice toda la publicidad y cuando hemos tenido que votar en mayo, igual. Porque sí, porque pensé que en Leganemos eran diferentes, pero me he dado cuenta de que son iguales. Me he sentido utilizada”, cuenta con rabia esta mujer de 30 años para este medio, y añade que “es la jefa de los Servicios Sociales y me dijeron el día de mi lanzamiento que me iban a ayudar. Pues desde entonces llevo ya tres casas de tres amigas mías”.

No en vano, la situación de pedir prestado una estancia es algo que destroza a Sara. “Podemos ser muy amigas, pero cada cual tiene sus manías. El primer día va todo bien, pero luego ya, para qué nos vamos a engañar, molestas. Así que me tiro el mayor tiempo posible en la calle con los niños. Y no es plan. Yo sufro, pero ellos mucho más”.

Cada vez que ha tenido una oportunidad, Sara lo ha dicho, y ahora lo repite por enésima vez: “yo quiero pagar. He tenido y tengo dos manos para trabajar y eso hago. Pero mi nómina no me la aceptan en la mayoría de casas que alquilan. Por eso pido ayuda. Que me asignasen una vivienda social y tuviese una renta acorde a mi situación”. En Leganés hay pisos y está en EMSULE, que más allá de ser una empresa pública que contrata los seguros médicos con el presidente de UNELE, el mismo que dice desea al líder de la Oposición que apareciese en una cuneta, podría valer para ser la llave a realidades enquistadas. Ni por esas.

“¿Qué insultos?”

Hasta que ha sido bloqueada, Sara insistía a la edila de Servicios Sociales por su caso. Se lo recordaba de vez en cuando a través de mensajería instantánea, dejando, incluso, pasar varios días entre comunicación y comunicación. No en vano, se enfada cuando nos muestra la parte en que Borrega le dice que la ha insultado. Este medio que ha visto la conversación completa puede acreditar que no hay el mínimo rastro de falta de respeto por parte de Sara. Sí hay un lenguaje asertivo, claro y directo.

Pero, seguro que Borrega comprende, aunque sea desde la clausura del despacho, que una madre que ve a sus hijos en la calle no te entra con besos y flores. Es evidente, que alguna de las de un pie en las instituciones y miles en las calles han perdido la noción de la realidad. “Y tengo que aguantar que me diga que la he insultado”, se resigna, mientras vuelve a consultar Idealista. “Es más. Un día, en Servicios Sociales, me dijo que estaba cansada, que entraba a las 9 y salía a las 23 horas. No sé si tantas es verdad o no, pero la respuesta es para llorar. Lo único que hice fue recordarle su sueldo y compararlo con su actuación conmigo. Claro, las verdades duelen”. La edila cansada. Silencio.

Sara seguirá madrugando para poder ejercer sus tres empleos. Piensa en el día a día porque mirar más allá le supone un precipicio que ya no soporta. “Se me cae el pelo. Esto te afecta a todos los niveles y ya una no sabe qué más hacer, pero tampoco paro de buscarme la vida”. La incertidumbre seguirá arrebatando oxígeno. Borrega, quizá, como en otras ocasiones, se dedique a soltar las cuatro palabras de siempre para meterse con los artículos que denuncian incomodidades. Que lo haga, pero si antes puede llevar a cabo su trabajo real de no permitir que niños menores pasen los días en la calle, mejor.

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