A veces, como tantas otras cosas en la vida, sucede que un día de los 365 que tiene el año (en este caso 366) celebramos o ponemos de relevancia algo especial. No obstante, esa celebración debería ser a lo largo del tiempo y de los días. Es lo que ocurre con el Día del Padre. Una jornada capital en la que parece que se debe realzar lo rutinario. Tampoco está de más hacerlo. Realmente lo que hoy se pretende es dar ese merecido abrazo a un padre, él no necesita más que eso.
A lo largo del camino habrá distintos pilares donde apoyarse o en los que aconsejarse pero ninguno será ni resultará tan fuerte y abnegado como el de aquél que también colaboró en darte la vida. Soy de los que piensa que un padre no es un amigo, es algo distinto. Quizás la idea que más se acerca a la concepción de padre es que él no prepara el camino para sus hijos sino que prepara a sus hijos para el camino. Por supuesto, también un momento especial para recordar a aquellos a los que hoy físicamente no se puede abrazar pero cuyo poso permanecerá en la memoria de sus hijos de manera sempiterna.
En esta edición de San José, tenemos la noticia de que Europa cerrará sus puertas, a partir de la media noche de este domingo. El Gobierno de la UE y los jefes de Estado están de acuerdo en que Turquía acepte la devolución de los migrantes “irregulares” que llegan a Grecia desde su costa, lo cual incluye también a los refugiados. Esto significa que si demandas asilo y huyes de lugares tales como Afganistán, Irak o Siria y pasas por Turquía, te devolverán. No habrá posibilidad ni derecho a encontrar un futuro mejor. En principio, a Europa se le presuponen unos valores de solidaridad que chocan totalmente con esta decisión mercantil de personas. Se trata de víctimas que quieren dejar atrás una guerra de la que no han sido ni son culpables. Muchos padres son los que están en esa tesitura buscando el mejor acomodo para sus familias, para sus hijos. Padres que darán todo, incluso su vida, para abandonar escenarios tan desalentadores y encontrar una acogida que, hoy, Europa les niega. Por eso muchos han calificado este acuerdo como el de la vergüenza.
Los derechos humanos deben ser una realidad indiscutible y fundamental y Europa debería ser garante de éstos.
Un padre hará cualquier cosa por sus hijos. Ellos seguirán buscando un porvenir justo y alejado de conflictos bélicos.
Es un ejemplo más de la capacidad de la abnegación paternal. Por eso y por todo lo que queda, #FelizDíaDelPadre a los que fueron, son y seremos.