En el fondo la metafísica es el meollo de la política porque de no ser así se convertiría en dura y pura economía y eso, a Antonio Miguel Carmona, no le haría mucha gracia, no estaría de acuerdo.
♦ Para Max Weber existen dos clases de políticos, los que viven de la política y los que viven para la política. Nadie debería vivir de la política a excepción de la ciudadanía en su conjunto. Sin política no hay sociedad y sin sociedad los seres humanos no seríamos tan humanos como decimos que somos. En el fondo la metafísica es el meollo de la política porque de no ser así se convertir-ía en dura y pura economía y eso, a Antonio Miguel Carmona, no le haría mu-cha gracia, no estaría de acuerdo. Muchos, muchos de nuestros políticos viven de la política, sobre todo los del aparato, que ciertamente no es lo mejor de cada casa, es decir, de cada partido. En el partido socialista, por ejemplo, se creen que ellos son la flor y nata, los más auténticos, los verdaderos socialistas pero es mentira. Un verdadero socialista vive para la política, porque vivir del partido como medio permanente de vida y encima vivir bien, va en contra de lo más esencial del socialismo. Es más, algunos, incluso, aspiran a hacerse ricos ejerciendo un cargo político casi nunca de forma honrada y legal, conocemos a más de uno, Antonio Miguel Carmona no es de estos.
La socialdemocracia que es exactamente lo que es en su esencia el Partido Socialista Obrero Español nació para dar respuesta a las injusticias que padecían las masas obreras en nuestro país. Pablo Iglesias, el fundador del partido, lo tenía claro, era un tipógrafo que luchó toda su vida por una sociedad en la que no se explotara a los trabajadores. Era un hombre cabal, no ambicionaba la riqueza, ambicionaba la justicia. Por eso, un socialista de verdad no puede vivir en el segundo c de un bloque de viviendas de un barrio de las afueras y a los tres años de ser elegido concejal de su ayuntamiento cambiarse a un chalet de una urbanización frente a la sierra.
No hace falta ser obrero para ser un buen socialista, ni mucho menos, basta con ser honrado, tener las ideas claras y algo de corazón. Para la derecha que representa el PP cada uno se las tiene que valer por sí mismo, el Estado no está para pagarle a nadie la educación, la sanidad y ni tan siquiera la limpieza de las calles de su barrio. La socialdemocracia defiende, por el contrario, que, o todos o ninguno y mejor todos que ninguno, bueno, pues Antonio Miguel Carmona es de las personas que piensan así. Además no es un indignado como los de Podemos y sabe que gobernar es algo más que cambiar sin ton ni son aunque se tenga más razón que un santo. Es un político que no vive de la política, como muchos otros, buena parte de su tiempo vive para la política, por convicción, por vocación, porque es así y porque tiene una profesión que le da para vivir. Además, es un político con corazón y sino que se lo pregunten a los enfermos de hepatitis C, nadie como él no solo está de su parte sino que sufre y siente con ellos.
Antonio Miguel Carmona es, simplemente, un socialdemócrata de los muchos que en la actualidad el aparato del Partido Socialista de Madrid está tirando a la cuneta que no a la basura, para poner en su lugar a los que matarían si un día les borraran de las listas y no pudieran ocupar y cobrar un buen sueldo como diputados o concejales. Estos últimos se han convertido en los okupas del Palacio de la Prensa de la plaza del Callao con el visto bueno del otro aparato, el que lidera Pedro Sánchez.