• «Los bancos juegan con la vida de seres humanos. Se dejan en la calle a familias enteras. Todo mi odio y mi repulsa infinita»
• «No pienso rendirme y si soluciono lo mío, seguiré para ayudar al que lo necesite»
• La PAH de Leganés, fundamental en la ayuda a afectados; generalmente personas humildes
Hablamos de una de las mayores estafas de los últimos tiempos y que ha afectado a buen número de personas. Los protagonistas del reproblable engaño son los bancos. Los afectados, la gente humilde que confiaba. Nos referimos a las conocidas cláusulas suelo cuyo horizonte de incertidumbre comienza a despejarse, algo más, para los perjudicados, si bien la lucha no cesa y seguirán reclamando lo que es, literalmente, suyo. Continuarán batallando para recuperar lo que les quitaron, o mejor dicho, (y sin ningún temor en la afirmación) lo que les robaron.
La última hora concerniente a este tema la teníamos el 21 de diciembre desde el Tribunal de Justicia de la Unión Europea que se cargaba la limitación que había impuesto la sentencia del TSJ el 9 de mayo del 2013. En el apartado 72 de la sentencia de TJUE indica, “…la limitación en el tiempo de los efectos jurídicos de la declaración de nulidad de la cláusula suelo,… equivale a privar con carácter general a todo consumidor que haya celebrado antes de aquella fecha un contrato de préstamo hipotecario que contenga una cláusula de ese tipo del derecho a obtener la restitución íntegra de las cantidades que haya abonado indebidamente a la entidad sobre la base de la cláusula suelo durante el periodo anterior al de mayo de 2013”.
Esto significa que la sentencia del TJUE se opone a la jurisprudencia nacional, que limita en el tiempo los efectos restitutorios vinculados a la declaración del carácter abusivo. E indica que tal limitación es contraria al Derecho de la Unión Europea. Pero, ¿por qué la espera desde mayo de 2013 hasta ahora? Milton Haro, abogado de la PAH, nos remite a las palabras del juez de lo Mercantil de Barcelona, José María Fernández que manifestaba “desde la reforma de la ley 1/2013 de mayo del pasado año, lo que se advertía es que el Gobierno español, posiblemente con buena voluntad, pero con mala técnica había hecho una chapuza legislativa. Eso ha hecho que el TJUE se haya pronunciado en varias ocasiones señalando que se sigue legislando mal en España”.
Sin embargo, y como es obvio, detrás de las sentencias, de los engaños, de las cifras y fechas, hay personas. Personas con rostros y nombres que tienen todo el derecho del mundo a ser visibilizados. Aquí les ponemos cara a dos afectadas que se encuentran en la PAH de Leganés, que tanto trabajo y apoyo da a los damnificados. Contamos esta historia con las voces de las perjudicadas Fátima Cabanillas y Conchi Briones, y del abogado Milton Haro, quien convalidó sus estudios en Derecho en España.
Milton Haro es otro ciudadano más afectado por la hipoteca, que en 2012, de la misma forma que tantos trabajadores de este país, sufrió la crisis económica. Desde el 2012 participa activamente en la PAH y nos explica, para empezar y de manera técnica, en qué consiste una cláusula suelo: “es una limitación impuesta por los bancos a las posibles fluctuaciones de tipo de interés en el caso de las hipotecas de tipo variable. Es un tipo de interés mínimo que el cliente tiene que pagar aunque la suma del diferencial más el índice de referencia fuese inferior”. La entidad se asegura unos ingresos fijos en caso de descenso del Euribor o el IRPH. En consecuencia, supone que el deudor hipotecario nunca pueda beneficiarse de las bajadas de los tipos de intereses. Ésta la podemos encontrar en la cláusula TERCERA BIS.
Fátima, 45 años, casada, actualmente sin ingresos y vive con su marido y la hija de él. Firmó su hipoteca en el año 2006. Una de sus principales quejas es que los bancos no le informaron de nada, “no lo hacen porque al banco lo interesa perder ni un euro. Y menos aún reconocer que ha cometido un supuesto fraude. Jamás afirmará sus malas acciones o prácticas y el no ser transparente con el consumidor”.
A la siguiente protagonista de esta historia tampoco le cuadra el comportamiento de los bancos. Conchi, 48 años, divorciada, con trabajo actualmente y una hipoteca de cláusula suelo en Sabadell, opina que “yo creo que es la avaricia de ganar más de los estipulado por las leyes y cuanta menos información tengamos, más expuestos estamos a que hagan lo que quieran con nosotros. Mi banco me sigue diciendo que con ellos no va nada y que su cláusula suelo es legal, cuando no es así”.
Declaradas como abusivas
Pero, ¿por qué con tanta firmeza se califican estas condiciones de abusivas? “Porque si sube el índice de referencia, se beneficia el banco y si baja el interés de referencia también. No hay reciprocidad ni transparencia. Son abusivas por vincular el contrato a la voluntad del empresario, por limitar los derechos básicos del consumidor y por esa falta de reciprocidad”. Por supuesto, en este punto, tampoco dudan Fátima y Conchi respectivamente, “la mala suerte es que ellos no va a la cárcel por robo, ni son echados de su casa”; “a alguien se le ocurrió estafar y robar. Se han beneficiado de las ilusiones de las familias que íbamos a comprar una casa y hemos visto rotas nuestras esperanzas”.
Conchi se entera de su caso porque “me era imposible pagar las letras que eran muy elevadas. Recibía llamadas intimidatorias por parte del banco y sus gestorías. En una de esas llamadas, quien me llamó se le escapó que yo tenía cláusula suelo y entonces me puse en contacto con la PAH de Leganés y allí me confirmaron”. Mientras, Fátima se dio cuenta “por una mala práctica bancaria del director de mi sucursal del BBVA. Me había quedado sin trabajo en 2011 y aún seguía pagando mi cuota como podía. Pues, en mayo de 2013 cuando, supuestamente, ya les habían avisado con anterioridad de que tenían que quitar la cláusula suelo, este señor decide hacerme una novación sin yo solicitarla. En ella, se me incrementan unos 100 euros de más a la cuota que pagaba en la primera hipoteca. Él alega que no podía pagar esa cuota por mi situación, pero decide, por cuenta propia, gestionarme sin permiso una novación, como que necesitaba 3.500 euros; ¿es curioso verdad?”
Efectivamente, la novación es uno de los conceptos que marca el caso de Fátima, que ella misma nos explica en qué consiste, “es un dinero que tú, supuestamente, solicitas al banco de manera personal y por escrito. Lo haces porque quieres cambiar tu casa, hacer alguna reforma, comprarte un coche… Pero, yo ni solicité ese dinero ni necesitaba cambiar de casa ni comprarme nada nuevo. Me veo que, aparte de incrementar mi cuota de préstamo hipotecario, terminaría de pagar en el año 2053 y tengo 45 años… A mi madre, que es la avalista, la pusieron de titular también sin consultarnos y sin necesidad ya que yo tenía nómina cuando solicité el préstamo. Ella era una persona de 60 años en el 2006. En suma, si echas cuentas, yo estaré a las puertas del cementerio y mi madre, desgraciadamente, hará mucho más tiempo que no estará entre nosotros… Eso es una novación, dar dinero a un banco”.
Pasos para reclamar
Ahora bien, ¿qué pasos deben seguir las personas que quieran reclamar? En palabras de Milton Haro, “pudiendo presentar la reclamación el consumidor desde la entrada en vigor de este Real Decreto-ley y el plazo máximo para que la entidad y el consumidor lleguen a un acuerdo, o no, será de tres meses desde la presentación de la reclamación, pero este plazo no comenzará a contar hasta la efectiva adopción de las medidas necesarias para su cumplimiento. A la par, ahora mismo podemos reclamar los dineros que pagamos por gastos que le correspondería hacer al prestamista. Está contenida en la CLÁUSULA QUINTA, GASTOS A CARGO DE LA PARTE CONTRATANTE, esto es, gastos notariales, inscripción de la hipoteca, actos jurídicos documentados y yo le añadiría, incluso, tasación y gastos de gestoría. Es una solicitud escrita que la debemos llevar al banco adjuntando los recibos correspondientes. Todo ello en base a la sentencia del TSJ del 23/12/2015, que la declara abusiva”.
Sin embargo, otro consejo muy recomendable es el de acudir a la PAH más cercana y solicitar ayuda y apoyo tanto técnico como emocional. “En la PAH acogemos a todos. Hemos aprendido y entendido que muchas de las personas que acuden a nuestras asambleas quieren ser escuchadas, llegan con mucho miedo y angustia de no saber qué hacer. Realizamos talleres colectivos para entender conjuntamente las escrituras que hemos firmado. Hay que entender que la entidad bancaria es una profesional del sistema financiero, con unos sistemas informáticos diseñados para llevar la gestión de sus operaciones y actualización de datos, es decir, información preferente y permanente. Aprendemos de la experiencia colectiva, los que más experiencia han tenido enseñan a los que van llegando. Recomendamos traer papel y lápiz, aprenderemos un nuevo vocabulario, nuevas palabras y términos que necesitaremos para defendernos. Es decir, nos asentamos en un principio de solidaridad activa”, narra Milton.
“No todos podemos pagar un abogado”
Efectivamente, las PAH son un verdadero exponente de solidaridad y ayuda inter pares y que batallan contra las injusticias. No pueden estar más de acuerdo las otras dos protagonistas de este reportaje, “nos informan y nos ayudan moral y físicamente. Moralmente porque no enseñan a entender que no es culpa nuestra y físicamente nos acompañan a los bancos”, opina Conchi, mientras que Fátima expresa que “el papel de la PAH es muy importante porque no hay ningún interés de por medio. No te dejan ir sola a ningún banco, a ningún lugar donde te tomen por idiota. Todo es aprendido de forma didáctica. Siempre te buscan una salida a la desesperación, hacen una labor infinita”. Fátima también ha optado por acudir a la OCU, aunque por ahora sin mucho éxito, “no he visto una gran ventaja aquí. Sí una pequeña ayuda, desde su portal puedes volver a hacer tus escritos al SAC y al Defensor del Cliente y te respaldan abogados. Las cuotas de los abogados son altas y las personas sin recursos no pueden pagar todas… La ventaja era el denunciar todos en grupo, pero no todos podemos pagar un abogado…”.
Punto de inflexión que consecuentemente nos hace reflexionar, una de las situaciones que más une, precisamente, a los afectados es la gran complicación de contar con asistencia jurídica gratuita y por ahí el desamparo. Vuelve a tomar Fátima la palabra, “claro que hay desamparo. El baremo que ponen para decidir si te corresponde o no asistencia jurídica gratuita consiste en medir el ingreso del núcleo familiar y es bastante alto. En mi caso, que somos tres, no podemos excedernos de 1350 euros de ganancias. Tampoco puedes solicitar un abogado para que te lleve varios temas, aunque todos tengan que ver con la hipoteca. Imaginaos el caos si cada uno tenemos que solicitar tres o cuatro abogados para solucionar varias cuestiones sobre la hipoteca, imaginaos el retraso o, lo que es peor, un lanzamiento”. En la unión que comentamos, Conchi va un paso más allá, “además de eso, nos une la total desinformación que hay sobre estas cosas en la calle y medios. También la angustia y decepción que todo esto nos causa y que gracias a la PAH podemos superar”.
El lado más humano de la estafa
Sin duda esto último abarca el plano más emocional y psicológico de los perjudicados que conviven en el día a día con este problema. Eso sí, la dirección tiene que ser clara: sólo hay lugar para el optimismo y la lucha conjunta. A Fátima, según sus cálculos le tienen que devolver entre los 13.000 y 15.000 euros y a Conchi alrededor de los 15.000. En el último caso, “a pesar de que el banco Sabadell dice que con él no va nada, sé que con la ayuda de mis compañeros de la PAH, lo conseguiremos. Y a los desanimados, ¡qué se acerquen a la PAH! Allí los ayudaremos y no consentiremos que se rindan ante la adversidad. Hay mucha gente afectada que está en situación de desamparo y de exclusión social”, expresa Conchi al tiempo que añade Fátima, “no pienso rendirme y si soluciono lo mío, seguiré para ayudar al que lo necesite. Hay mucho chorizo estafador y muchísimas malas prácticas bancarias y en estas asambleas se ve el daño que hacen los bancos”. Y sobre el desánimo, que se erradica nada más entrar en una asamblea, apunta Fátima, “tranquilos, va despacito, pero no hay que tirar la toalla aunque, a veces, invada la rabia, tristeza o desesperación. No estamos solos, la fuerza está en luchar con más personas. El estar juntos no quita que haya rencor y odio hacia los bancos, pero lo sobrellevamos con el calor de los que están ahí y no conoces, pero luchan por las injusticias de todos”. Milton es contundente a la hora de calificar a las entidades y sus acciones, “canallas, monstruos, insensibles al dolor. Juegan con la vida de seres humanos. Se dejan en la calle a familias enteras. Todo mi odio y mi repulsa infinita”.
Como en otras tantas injusticias el foco directo termina apuntando a la gente más humilde y con menos recursos. Esta situación la ilustra con ejemplos Milton, “siempre los mismos. La generosidad del Rayo Vallecano con una anciana, me conmovió en extremo. Pero, quien debe hacerse cargo estaba entretenido vendiendo vivienda pública. Otro ejemplo, una compañera me decía que le iban a salir alas y todos nos reíamos al preguntarle por qué. Decía que era porque lo único que come es pollo y fruta compra cuando está por estropearse o bajan el precio. Está ahí la desigualdad, la injusticia… En Leganés, tenemos mucho por hacer. Los bancos pueden tragar más, su hambre y codicia es imparable. Tenemos que organizarnos en defensa de los Derechos Humanos, en defensa de la vida, en defensa de la vivienda, de la Educación, de la Salud, para nosotros y nuestros hijos”.
Tenemos que despedirnos y después de profundizar en estos rostros optimistas y luchadores queda una última pregunta, es el mensaje que lanzarían a los que les han robado su dinero, que con tanto esfuerzo ganaron en su momento. Comienza Conchi, “estamos en la lucha y seguiremos. Que estamos aquí y no nos iremos hasta que todo esté resuelto y devuelvan lo que nos quitaron”. Sigue Fátima, “qué sean más transparentes, que si van a dar un dinero, expliquen bien la letra pequeña, que no manipulen, que no engañen, que no roben, que pongan en práctica el buen hacer, que les debería dar vergüenza que los hayan tenido que rescatar y ahora ellos quieren pagar la deuda de ese rescate robando a los más pobres e indefensos que somos los consumidores y afectados por sus malas prácticas”. Termina Milton respondiendo a esa cuestión final con un mensaje que habla por sí solo, “sin comentarios”.