La historia y la cultura es lo que hace de nosotros lo que somos, sí, pero nuestra historia y nuestra cultura, no la que nos es ajena, todo lo demás vete tú a saber lo qué es y a dónde nos lleva, al consumismo.
♦ La práctica del Yoga y otras formas de meditación o pseudoterapias de origen oriental, que lo prometen todo y al final nadie sabe lo que dan, lo mismo que hacer el Camino de Santiago se han puesto de moda, es decir, han entrado en la vorágine del consumismo. Nos invaden. Es una pena que así sea porque son prácticas cargadas de un bagaje cultural que hunde sus raíces en algunas de las tradiciones más antiguas de la humanidad. Pero mira por donde, ya digo, se han puesto de moda y la moda, unida al consumismo, no sé por qué, termina corrompiéndolo todo.
Algunos de mis amigos, ateos confesos de toda la vida, este verano se han echado al Camino de Santiago, al paripé del Camino de Santiago, con menos espíritu que el morito de la película francesa “Saint Jacques-La Meca” que pensaba que iba, como buen musulmán de peregrinación a La Meca y en realidad le llevaban, engañado, a Santiago de Compostela, nada menos que a la tumba de Santiago Matamoros. Al menos el inocente del morito sabía y no sabía a lo que iba pero es que mis amigos y tantos otros como ellos no saben a ni a qué ni a dónde van: ¿alfinisterrecomo iban los antiguos o a la hipotética tumba de alguien que dicen fue uno de los discípulos más cercano de Jesús de Nazaret? ¿Qué hace un ateo en este tinglado? Quizás por eso dicen que van al Camino y no a Santiago, a un trozo del Camino, porque que les falta tiempo, fortaleza y fe para recorrerlo por entero. Ya nadie quiere llegar al fondo de la cuestión y hacen bien porque el fondo de la cuestión es el vacío. También porque el fondo dela cuestión es la libertad y ser libre es algo más que cargar con una mochila a la espalda y unas deportivas en los pies sin olvidarnos del bastón del peregrino que ahora es de plástico y extensible.
Y menos mal, porque al fin y al cabo el Camino de Santiago forma parte de nuestra cultura occidental y europea, no como los que pretenden seguir la enseñanza ancestral de los gurús de la India, practicando una extraña gimnasia a la que llaman Yoga como el que se toma un paracetamol. El Yoga sin el hinduismo no es nada, lo mismo que el Zen sin el budismo, sin ese substrato religioso e ideológico ambas enseñanzas son como el humo que se lleva el viento. Y si encima las convertimosen fuentes de salud y de esperanza desengañados de nuestras viejas tradiciones, la cosa puede ir de mal en peor, podemos terminar en el mejor de los casos como el rosario de la aurora colgados de la nada al filo de la madrugada. La historia y la cultura es lo que hace de nosotros lo que somos, sí, pero nuestra historia y nuestra cultura, no la que nos es ajena, todo lo demás vete tú a saber lo qué es y a dónde nos lleva.
Tanto el Camino de Santiago como el Yoga tienen algo muy válido, ambos pretenden dar respuesta a esa gran pregunta de no saber quiénes somos y a dónde vamos como si en la respuesta nos fuera la vida misma. Lo pretenden pero lo que es darla, no la dan porque en realidad esa respuesta no existe ni ha existido ahora ni nunca. Los que van al Camino de Santiago aspiran quizás a medirse a sí mismos caminando veinte o treinta kilómetros al día durante una semana en solitario o en compañía de gentes de toda clase y condición venidas de los más remotos lugares. Es una experienciapseudocultural, interesante, nada más. Y los que practican Yoga contorsionándose de forma absurda envueltos en el aroma que expande una varilla de sándalo anhelan recuperar una salud que perdieron y no hay forma de volver a disfrutarla o mantener una juventud imposible que se fue nadie sabe cómo para siempre. Vivir es lo que importa, simplemente por qué sí. Esa sí que es la esencia del Yoga sin necesidad de hacer orientalismos desfasados sin ton ni son, ni echarse al Camino con la batería del móvil cargada y la tarjeta visa en la cartera por si acaso.