Europa va mal y España va mal o peor. Pero ya va siendo hora de que dejemos de quejarnos. Ha llegado la hora de actuar. Internet y los grupos de Facebook, de WahsApp y otros pueden ser un instrumento extraordinario de información, pero en muchos casos se están convirtiendo en inmensos corrillos de lamentos, de cháchara y de chafardeo. Es más, dichos grupos, que deberían ser un marco de debate sano y productivo, son a veces causa de depresión.
Por eso no voy a insistir ahora en lo mal que van tanto España como Europa. Sí quiero recordar nuevamente lo que tantas veces he dicho: el origen de todos los males de España y de Europa se llama partitocracia. Y cuanto mayor sea la partitocracia -porque hay grados- mayores serán los problemas sociales y peor será la calidad de vida. Y en España tenemos partitocracia en grado sumo.
Pero prescindiendo de esta cruda realidad, hay tres grandes déficits que tanto España como Europa tiene que superar si quieren subsistir y aspirar a un mayor grado de democracia: el déficit energético, el déficit generacional y el déficit defensivo. Si no superamos estos déficits, estaremos dependiendo vitalmente de potencias extranjeras, en principio mucho menos demócratas que la UE, o de grandes intereses capitalistas: en defensa seguimos dependiendo de Estados Unidos, en recursos energéticos de Rusia y de los países árabes, y en cuanto a mano de obra de los países menos desarrollados. Ya va siendo hora de que la UE, tan amiga de hacer test a los bancos, se haga un test de independencia a sí misma. Si la EU fuera realmente independiente, ¿habría actuado con Ucrania de la forma que lo ha hecho?, ¿tendría que recurrir a Turquía o Libia, países que no son un dechado de democracia, para resolver el problema de los refugiados?, ¿no tendríamos ya hace años una energía mucho más limpia?
Tenemos que refundar Europa y también nuestra democracia. La llegada de Trump y la salida del Reino Unido con el Brexit tienen que abrirnos los ojos. “No hay mal que por bien no venga”. Lo siento por tantos amigos míos que se ven afectados por el Brexit, pero tengo que reconocer que tanto los Estados Unidos como los políticos británicos han hecho y están haciendo todo lo posible por destruir la UE, y las consecuencias las están sufriendo los británicos, pero también los demás europeos. El Brexit ha enfrentado a los políticos, pero no debe enfrentarnos a los ciudadanos. Ha llegado el momento de que Europa se olvide de las rencillas nacionales y rompa las cadenas que le han impuesto los Estados Unidos.
Es muy pequeño el margen que tenemos los ciudadanos para participar activamente en política, pero no debemos quedarnos pasivos. Cualquier iniciativa que sirva para acabar con los complejos nacionales de los europeos debe ser siempre bienvenida y apoyada. En este sentido creo que la “lista transeuropea” para las próximas elecciones al Parlamento Europeo tiene que ser un lazo de unión entre los ciudadanos de todos los países de la Unión, pero también una señal de alerta que muestre públicamente nuestra disconformidad con la actual política europea. Se acabó el tiempo de quejarse.