DIARIO DE UN JUBILADO

Ir al Camino de Santiago pero no ir a Santiago

La iglesia Católica en el siglo VIII lo cristianizó y convenció a medio mundo que allí estaba enterrado el apóstol Santiago, el hermano de Juan.

Nadie ha podido saber nunca por donde pasa el dichoso Camino puesto que todo consiste en seguir la trayectoria del sol hasta el ocaso.

♦ En los últimos años a la gente le ha dado por ir al Camino de Santiago pero en realidad no saben a dónde van, yo tampoco. Lo propio sería no ir al Camino sino coger o tomar el camino que va Santiago de Compostela y seguirle desde el principio hasta el final. Pues no, todos dicen que van al camino y no a Compostela que es lo mismo como no ir a ningún sitio. Es como mirar al dedo que señala a la luna y no mirar a la luna. Últimamente el personal es así de tonto.

Son tantas las cuestiones que plantea el Camino de Santiago desde la más remota antigüedad que necesitaríamos media vida para resolver ni tan siguiera una de ella. La más difícil de estas cuestiones es precisamente esta última, la de ir al Camino y no ir a Santiago. Si de lo que se trata es de caminar durante una o dos semanas entre veinte o treinta kilómetros cada día, da lo mismo hacerlo de Segovia a Badajoz o de Badajoz a Segovia, por ejemplo.

Los antiguos, me refiero, a los antiguos de hace casi cinco mil años, lo tenían más claro. Ellos pensaban que allí donde se acababa la tierra y en frente no había nada más que agua, allí donde se ocultaba el sol cada atardecer, era la región donde habitaban las almas de nuestros antepasados. Donde se derrumbaba la luz del día, para ellos, era el lugar donde acababa la vida. Las costas gallegas eran las que estaban más al oeste de todas las costas del planeta Tierra, más allá no se podía seguir caminando, era el finisterre, el final de la tierra. Se trataba de asomarse a un lugar que estaba más allá de todo lugar, más allá de la vida, más allá de la muerte.

Ir en peregrinación hasta Santiago de Compostela era ir hasta un sepulcro. Quien estuviera enterrado en él era otra cuestión. Una cuestión imposible de resolver. La iglesia Católica en el siglo VIII lo cristianizó y convenció a medio mundo que allí estaba enterrado el apóstol Santiago, el hermano de Juan.

Santiago de Compostela era un lugar situado en el extremo occidental de la Tierra. La Tierra hasta hace poco más de cuatrocientos años era tan solo Asía, Europa y parte de África. Eso, al menos, era lo que pensaban los europeos que siempre nos hemos creído ser el no va más de todo lo creado, el centro mismo de la Tierra que era a su vez el centro mismo del Universo. Desde hace quinientos años sabemos que eso no es así aunque todavía muchos no se han dado cuenta y siguen erre que erre yendo a Galicia a abrazar al apóstol y, si pueden, continúar su absurdo peregrinaje hasta la costa para quedarse extasiados ante el altar del sol del cabo Finisterre que levantaron hace dos mil años los romanos. No saben a lo que van, pero van y encima van andando.

En la actualidad, ya digo, van al Camino no a Santiago y casi nadie al Finisterre. Se hacen una o dos etapas como si en vez de una peregrinación fuera una carrera ciclista, van porque van, porque está bien visto, porque está de moda, por turismo, porque es una forma de pasar unos días de vacaciones. No van a la buena de Dios sino a la del diablo… y alguien, aprovechando todos estos sentimientos de la gente ha montado una nueva forma de hacer turismo, un negocio, para que consumas algo sea lo que sea ese algo. El negocio es el negocio y no importa que ese algo sea lo más sagrado o lo más profano, el año de santa Teresa en Ávila o la cata de vinos en la Rioja. ¿Acaso la televisión que manipula el Partido Popular desde el Gobierno no ha convertido la historia de nuestro país en un culebrón con Isabel la Católica como protagonista?

Nos quieren atontar, manipular y vaciarnos el alma y los bolsillos. No quieren que pensemos. No quieren que digamos no. Por eso la gente va al Camino y no a Santiago. Es algo que clama al cielo. Pero si en realidad nadie ha podido saber nunca por donde pasa el dichoso Camino puesto que todo consiste en seguir la trayectoria del sol hasta el ocaso. Si además se decía y se dice que camina mejor quien va mirando a las estrellas. Así pasa que hemos terminado estrellados.

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