Hoy nos parece normal que las mujeres hayan dejado de ser invisibles en la vida pública y que puedan disponer de sí mismas como mejor les parezca
♦ Que un cura no lleve sotana o que una mujer sea la alcaldesa de su pueblo o de su ciudad, a nuestras abuelas no les hubiera gustado nada, nada en absoluto, hubiera sido un verdadero escándalo. Le habrían declarado la guerra a los hombres, a las mujeres y al mundo entero. Sobre si los curas deberían llevar o no sotana hubieran guardado un cauteloso silencio, con la Iglesia es mejor callar y dejar pasar. Hoy, sin embargo, a los nietos de aquellas abuelas, nos parece lo más normal del mundo que una mujer sea la alcaldesa, no la mujer del alcalde y que los curas vayan de paisano, vestidos de cualquier manera, con vaqueros y camisa de cuadros.Algo similar nos está pasando con los políticos, ¿a quién le importa si llevan o no corbata? Repito, hoy nos parece normal que las mujeres hayan dejado de ser invisibles en la vida pública y que puedan disponer de sí mismas como mejor les parezca. No siempre fue así. Por ejemplo, nuestras abuelas no tenían derecho al voto, no podían abrir una cuenta bancaría sin la firma del marido o del padre y en caso de adulterio podían ser asesinadas sin que fuera delito… El hombre estaba por encima de todo, un hombre sin honor y una mujer sin honra no se podía consentir. Tampoco un cura sin sotana ni que el día de Ascensión o del Corpus no fuera jueves en vez de domingo como ocurre en la actualidad.
Hoy, por lo menos, está mal visto que alguien maltrate o le quite la vida a su compañera sentimental. Todo esto por ser mujer, no por ser más tontas o incapaces. En ocasiones precisamente por todo lo contrario, es decir, por ser más listas. Por querer ser ellas mismas. Parece mentira pero así eran y en ocasiones son las cosas. El caso de los curas es muy diferente, ellos, con sotana y sin sotana, en cuanto nos descuidamos, intentan llevarnos a su redil. Ellos son los pastores y nosotros las ovejas.
Hoy hasta nos parece natural que una mujer sea la alcaldesa aunque no por eso lo vaya a hacer mejor que lo pudiera hacer un hombre. El sexo no importa, importan otras cosas. En algunas de las ciudades más importantes de nuestro país y del mundo, no en muchas por cierto, el primer edil es una mujer, pongamos París, Madrid, Valencia, Cádiz… y las que vendrán y también las que se irán. La cuestión no es mandar sino gobernar y para eso cualquiera vale, basta con que ese o esa cualquiera convenza a sus vecinos que él o ella es lo que más les conviene por su forma de ser y sobre todo por las ideas que defiende. Si es que esas ideas nos convienen. Gobernar es un arte, mandar es una actitud. Lo que no debemos hacer es consentir que nos gobiernen los curas, con sotana y sin sotana, con turbantes o con pantalones vaqueros. El que el alcalde sea un mujer y en lugar de alcalde sea alcaldesa, qué más da.