Luis Quiñones Cervantes (Madrid, 1977) es probablemente el profesor de literatura que a todos nos habría encantado disfrutar en el instituto. Culto, lúcido, crítico, creativo, comprometido por un mundo mejor y dispuesto a conversar. La palabra, esperanza y libertad, como herramienta en un contexto donde las Humanidades, pilares para una sociedad libre, podrían acabar siendo ruinas. Luis nos llama a la rebeldía, a salirse del rebaño. A ser valientes, en definitiva. A no aborregarse en el consumo idiotizado de la economía. A recuperar a los clásicos, no sólo como mero paseo por lugares pretéritos, sino por utilidad para explicar nuestro presente. Verás la manera en que une el autor a El Lazarillo de Tormes con los actuales contratos basura. En La oveja negra que devoró el manual de literatura (Bohodón Ediciones) saldrás de los márgenes y lo agradecerás.
Pregunta: No es, ni mucho menos, el primer libro que publicas…
Respuesta: He publicado cinco libros, cuatro novelas; con Bohodón la anterior, que quedó finalista del Premio de la Crítica 2019 de Madrid, Crónica del último invierno. Y ahora con Bohodón también acabo de publicar un ensayo breve, La oveja negra que devoró el manual de literatura.
P: ¿Cómo ha sido la experiencia con Bohodón?
R: Buenísima. Muy contento porque han querido publicar la anterior novela, con un discurso especialmente complicado teniendo en cuenta lo políticamente correcto. Trata sobre la transición, que suscita bastante polémica. Es una novela que pasó por otras editoriales, pero fue Bohodón la que apostó por ella. Bohodón hace muchas ferias y eso para los escritores es un lujo.
P: ¿Con este ensayo te sales de los márgenes establecidos?
R: Tanto Crónica del último invierno como mis otras novelas tienen una parte muy importante de documentación. El protagonista es un periodista jubilado que elabora una crónica en los años de la transición y de cómo se vivió en los barrios de Madrid, concretamente en el momento en el que irrumpe la heroína. En todos mis libros anteriores ha habido mucha documentación, manejo de datos… La oveja negra que devora el manual de literatura es un ensayo puro y duro.
P: ¿Cuál es el germen del libro?
R: Yo soy profesor de literatura y los ensayos sobre lecturas, libros y escritores forman parte de mi cotidianeidad. Y quería escribir algo que huyese de los tópicos más habituales, crítico, divertido y no sólo destinado a un público vinculado con la enseñanza. Mi punto de vista sobre temas diversos. Es un manual para casi todos los públicos, hay una visión muy crítica de la realidad y la he querido cuestionar con textos y autores clásicos. Cinco lecciones de literatura que nunca podría haber dado en un instituto.
P: ¿Nos encontramos, entonces, ante una suerte de manifiesto?
R: Exacto, un manifiesto a favor de la lectura. Casi todos los profesores, de enseñanza media y de universidad, estamos viviendo un deterioro gravísimo de las Humanidades. El libro responde a la necesidad que tenemos los docentes de enseñar y seducir con la literatura para que no pierda su factor más importante, el conocimiento de la realidad.
P: Hablemos del capítulo para El Lazarillo de Tormes…
R: Sí, hay un dedicado a él y a los contratos basura. Explica cambios de la sociedad medieval a una sociedad de clases. Lo que genera en el protagonista es una precariedad existencial que es la misma a la que se enfrentan muchos chavales cuando acaban el instituto o la universidad. Vivimos en un mundo muy tecnificado donde lo único que interesa es la economía, lo inmediato.
“Hoy abunda literatura con mensajes sencillos, poca exigencia de calidad y sin grandes aspiraciones críticas”
P: Y, por ahí, la receta de ser rebelde, de ser la oveja negra…
R: Los que nos dedicamos a los libros somos una especie de oveja negra, que hemos devorado muchos manuales de literatura. Estamos contemplando cómo en la sociedad actual la literatura que más abunda son libros muy fáciles, con sencillos mensajes, con un lenguaje muy pueril, con muy poca exigencia de calidad literaria. La literatura que consume la masa es benévola, sin grandes aspiraciones técnicas o críticas, frente a ello hay una literatura de peso, pero lamentablemente no estamos haciendo una labor de educación. Azorín decía que los clásicos son esos libros que pasado el tiempo todavía nos intentan seguir explicando el presente y que conectan con nuestra sensibilidad actual, aunque hayan pasado siglos. El Lazarillo de Tormes es un claro ejemplo.
P: Hablando de crisis, ha hecho desaparecer la asignatura de filosofía de la E.S.O…
R: Lo de la asignatura de filosofía es de lo más flagrante. Parece que también reduciremos contenidos de literatura con la nueva ley. A cualquier poder no le interesa una sociedad formada en un espíritu crítico y la mejor forma es devaluarla. Hay campañas para conducir con el cinturón de seguridad, para echarse crema solar, que está muy bien; pero todavía no ha habido una sola campaña publicitaria que nos diga “estudia”.
P: Este libro, en su portada, sólo tiene una oveja negra y muchísimas blancas. ¿Crees que en el medio plazo puede incrementarse el número de negras?
R: Mi libro tiene sólo 150 páginas y con esa intención lo he escrito. Ojalá, humildemente, que sirva para mejorar en esa línea.
P: Pandemia mediante, ¿cómo está el tema de las presentaciones?
R: De momento, sólo hemos podido organizar una firma de libros en Madrid. El libro salió a mediados de diciembre. Mi intención es presentarlo pronto en Madrid. La organizaremos cuando bajen los contagios y con aforo limitado. Pertenezco a la Asociación de Escritores de Rivas-Vaciamadrid, soy docente allí, y algo haremos en Rivas. Y las ferias, a las que espero ir con este pequeño ensayo a donde Bohodón quiera.
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