♦ La marca blanca de Podemos en Leganés se llama Leganemos. Un nombre bastante infantil a pesar de que los que mueven el cotarro en esa organización son ya talluditos en esto de la agitación social. Es lo que en lenguaje “podemita” denominan el partido instrumental con el que construir esa confluencia con la que se fabrique una candidatura de unidad popular. En un principio iba a ser mediante una agrupación de electores, pero ya saben como son los chicos de Pablo Iglesias y sucedáneos: estos son mis principios y si no te gustan tengo otros. Descartado eso de currarse las firmas y el apoyo real de los vecinos, montaron varios tenderetes “asamblearios” culminados con unas primarias donde 31 personas, la inmensa mayoría con marchamo de ultraizquierda, conformarán esa lista con la que lograr convencer que no son casta, aunque se comporten igual.
Leganemos o ¿mejor Le engañemos? Es un batiburrillo de siglas y movimientos sociales que aspira a superar el eje izquierda/derecha apelando a una nueva forma de hacer política que, en realidad, es muy vieja: la política de las cuotas, de las camarillas, de los amigotes, del pesebre. Pero para enmascararlo nada mejor que latiguillos del estilo “el mejor ayuntamiento, el pueblo”. Todo excesivamente naif y que cuenta como indispensables cómplices a tantos ingenuos pegacarteles e inocentes floreros como los que hay en los partidos de la casta. Los lobos que aspiran al cargo guardan muy bien su dentadura para no desanimar a los corderitos que le hacen el trabajo sucio. Son lobos ya curtidos en derrotas electorales en IU, en Izquierda Anticapitalista, Vientos del Pueblo o similares.
¿Programa? El que digan los vecinos y mucho hablar de lo público. Lo de arriba y lo de abajo, la casta, que malo es el PPSOE y que no falte la bufanda palestina y la crítica al capitalismo, aunque todo eso haya que retuitearlo por Twitter, poner me gusta en Facebook o sacar un selfie por el iphone, invenciones del comunismo norcoreano al parecer. El caso es repetir como loros lo que diga la franquiciadora de Podemos. Ya saben, hay que insistir en que somos ciudadanos por el cambio, para que no se nos note que somos ciudadanos por el cargo.
Leganemos es como Podemos, pero en versión pueblerina, bisoña y con menos argumentario retórico. Un flojo sucedáneo que podrá engañar a un pueblo que se queda en vigilia esperando que la Esteban gane Gran Hermano Vip. Poco importa quién sea su candidato o candidata, la mano que lleva en la espalda es la de “José Luis Moreno” Pablo Iglesias. Y por eso puede que tengan un buen resultado, aunque el frenazo en Andalucía ha enfriado las expectativas.
No creo que el mejor ayuntamiento sea el pueblo, porque reducir al pueblo a una máquina administrativa me da como miedo. Suena soviético. No a casta, pero sí a caspa. De lo que no tengo duda es que el pueblo es soberano. Y el 24 de Mayo decidirá si se deja engañar…, o no.