El días más frío, la luz más cara. Es contradictorio, en un primer vistazo, que algo tan básico como la electricidad conlleve unos impuestos del 21 por ciento. Y digo en un primer vistazo porque cuando se separa la hojarasca de la semilla, se ve el negocio. Ese brutal IVA a calentarnos en invierno, a poder cocinar o iluminar la casa no es más que el patrón establecido entre eléctricas y gobernantes de turno para sus cálculos. Encender una puerta giratoria, lejos de ser pecata minuta, supone un gran tirón de energía.
Más allá de ser una cuestión nacional y de gran importancia (la fiscalía ha abierto diligencias por la subida de la luz, más de un 30% desde la semana pasada), el frío lo palpamos en el terreno local. En lo más próximo y cercano es donde mejor podemos comprobar las necesidades y carencias de la gente.
Si ir más lejos, en Leganés, hemos visto cómo una mujer, Laura y su hijo pequeño, han pasado los días tan fríos de la semana pasada sin luz. La luz, se pongan como se pongan y la graven como la graven, es un bien de primera necesidad. Es un contraste obsceno que tengamos un alcalde que haya tirado del dinero público para sus pomposos y profusos banquetes y que tengamos en el municipio a familias que están durmiendo a 0º C. Indiscutiblemente, la pobreza energética abre las puertas de par en par a la más fría y oscura exclusión. Y, por supuesto, esta situación social es algo inconcebible en el 2017.
Las redes se han hecho eco y han visibilizado el caso de esta vecina, bajo la etiqueta #LauraSinLuz, si bien otras tantas familias (mal)viven en situación similar. Ponerse en la piel de estas personas mientras sabemos cómo viven los directores generales de Leganés, cómo come el alcalde con nuestro dinero y no encontrar radiador que repare el escalofrío que supone esta imagen ni bombilla que de luz a un pequeño entendimiento de la disparidad. Estas situaciones y noticias, lamentablemente, recorren muchos municipios, tanto de nuestra Comunidad como del país, y va dejando, cada vez más, una cifra de afectados invisibles, sin energía que los ilumine y ponga rostro. Por ello la lucha contra la pobreza energética debe estar cada día en los medios de comunicación.
En Leganés, de nada sirven enchufados regulares con sueldo-cachopo mientras hay vecinos que, literalmente, sufren. De nada sirve tener Servicios Sociales, si luego nos encontramos con que no los atienden.
La luz (así como el gas y agua) del estadio “municipal” (entre muchas comillas) de Butarque no se corta. Esa la pagamos todos, aunque haya vecinos y vecinas que no puedan comer caliente en pleno enero.
Luego nos venden la moto. Después nos tenemos que creer que esto funciona porque hay un equipo en la mejor liga del mundo. Basta una sola pizca de sentido común, ¿de verdad somos de Primera?