¿Quién llama a la puerta sabiendo que no abrirá?
Yo.
¿Quién insiste en desobeceder el rumbo de lo marcado?
Yo.
Rebeldía, para encontrarte, otra vez.
Aunque sea en letras regadas de mañanas de primavera.
En cada rincón de viva memoria consciente.
En el quicio de la verdad disfrazada de ilusión sincera.
Qué no es engaño, me convenzo,
Sino hallarte en tu forma.
Atrapar el aire,
tocar tu pelo,
gritar al cielo.
Ya no hay puertas, pero llamo,
sin dirección, pero con vueltas.
Que si te busco, te encuentro
donde siempre moraste,
qué sí hay llama,
que no tumba una piedra,
fuego sostenido por 100 velas.
Que hay calor por lo vivido.
Mientras, te escribo sin sello,
por si aquella esquina el ojo
me guiñase.
Para ella, en el 23 de mayo
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