Raymond Schinazi, el ingeniero americano de origen egipcio, descubridor del medicamento que cura la Hepatitis C: «Si tienes dinero, te curas y si no te mueres; el nuestro es el negocio con la vida»
«Con el Sovaldi es la primera vez que tenemos un medicamento que funciona contra el virus, no solo trata, sino que cura, esa palabra es muy importante. El virus no puede volver a salir».
Raymond Schinazi, en 1998, puso en marcha un laboratorio farmacéutico. El objetivo era obtener una medicina contra el Sida. En 2004, sin embargo, comenzó a trabajar con la molécula que daría origen a Sovaldi, la medicina que puede curar al 95% de los enfermos que padecen en la actualidad hepatitis C, padezcan o no de cirrosis o cáncer de hígado. El virus de la hepatitis C es el que, tarde o temprano, puede terminar causando esas dos dolencias a los afectados.
El descubrimiento de esta medicina, fue todo un éxito sin precedentes. “Empezamos invirtiendo 40 millones de dólares, hasta llegar a los 120 millones”, declara este ingeniero químico. Ese año la multinacional farmacéutica Gilead estaba trabajando en esa molécula sin obtener ningún resultado positivo. Trece años más tarde, en el 2012, Gilead le ofrecía 11.000 millones de dólares a Raymond Schinazi por su laboratorio, no se lo pensó dos veces y se lo vendió. A partir de entonces la farmacéutica Gilead se convirtió, con todas las de la ley, en la propietaria de la patente del Sofosbuvir, principio activo del Sovaldi. El paso siguiente era su comercialización.
«El coste para el fabricante para un tratamiento de doce semanas es de 2.800 dólares», admitía Raymond Schinazi en una publicación del ‘Laboratory of Biochemical Pharmacology’ de la Universidad de Emory (USA). Es decir, el coste real, no el comercial que impone sin el menor escrúpulo la farmacéutica Gilead, es de 2.800 dólares frente a los 70.000 que cuesta en el mercado libre y privado de la sanidad de los Estados Unidos. “Cuando uno paga dos dólares por una botella de agua –afirma el descubridor del Sovaldi, dando muestras de la más corrosiva hipocresía– nadie se pregunta, cuánto cuesta realmente el agua. Ese es el negocio, uno lo paga porque sabe que es mejor. La diferencia es que el nuestro es el negocio con la vida”. No es una diferencia baladí.
El argumento que esgrime este “benefactor de la humanidad que dice no aspirar al premio Nobel”, entre comillas, es el siguiente: “Si no vas a dar dinero a la innovación, cerraremos las industrias farmacéuticas”. Es más, no oculta que el dinero es el motor que le mueve a investigar. “Necesitamos ganar dinero para poder invertir en nuevas medicinas. Yo voy a utilizar el dinero que he ganado para invertir en una nueva medicina para mejorar las actuales”. Sí, claro, y así seguir ganando dinero mercadeando con la vida de las gentes. El medicamento se convierte en mercancía, la mercancía se convierte en dinero. El dinero, de nuevo se convierte se mercancía, así hasta el infinito. Y el que no tiene dinero, no puede pagarlo, que se muera en un rincón. Esa es la lógica de capitalismo en su versión neoliberal dura y pura.
“Una persona con Sida puede llegar a tratarse durante, al menos, treinta años. Por cada paciente se paga de media entre 10.000 y 20.000 dólares al año. Pero no cura”, confiesa este químico de origen egipcio. Pero su medicina, el Sovaldi, defiende, “sí cura”. Por eso, cree que los gobiernos, entre ellos, el español, “no han terminado de entender que en el caso de la Hepatitis C no estamos ante un tratamiento como otros muchos, sino ante un medicamento que cura. Y cuando tienes el mejor”, añade, “hay que pagar más. España debería mejorar su negociación”.
Por último, sobre el debate abierto para expropiar la patente de un medicamento, ante una demanda universal, como es la Hepatitis C, el creador del Sovaldi explica que si España hace eso, «un día un español descubrirá algo importante, un medicamento contra el cáncer. Y le copiarán. ¿Quieres que EEUU no le pague a España por ese descubrimiento?». Al final, para Raymond Shinazi, todo se reduce a quién paga y a quien no paga. O mejor dicho sobre quien puede o no puede pagar. Si tienes dinero, te curas de la Hepatitis C y si no te mueres. Si José Manuel Lara de la editorial Planeta hubiera padecido la Hepatitis C no se hubiera muerto con tan solo 68 años de edad, descanse en paz. Los ricos mueren pero menos.