Se acabó el calor. La realidad de noviembre se ha presentado, estábamos avisados. El dulce olor a sal con el que nos envolvía el veroño se ha esfumado. El frío llega y lo alumbran las primeras luces navideñas.
En este contexto se empiezan a desempolvar Belenes y árboles de Navidad. No sólo en los hogares sino que también en los edificios públicos como los Ayuntamientos. En ese sentido ha sido noticia estos últimos días el de Madrid, el de Manuela Carmena. Niebla. Translucidez. No estaba claro si habría Belén municipal o no. Nadie parecía tenerlo claro.
Desde el Ayuntamiento se ha asegurado que toda esta polémica ha nacido por «periodistas de derechas que se han dedicado a difundir esto». Muy propio de Ahora Madrid echar mano a las manipulaciones, elucubraciones y demás películas por parte de periodistas.
Finalmente, se opta por el término medio, tal como se hizo con Zapata. Habrá Belén. Más pequeño y en otro sitio. Hay cuestiones que precisan de gestión y de solución mucho más importantes que ésta del Belén.
No en vano, abre un debate interesante. Cabe preguntarse si los lugares públicos deben acoger símbolos religiosos. En un Estado aconfesional no debería. Pero, este debate abraza un metadebate, ¿se quiere conseguir un laicismo o tan sólo se queda en una persecución del catolicismo? ¿Es más dañino el frío que siguen pasando los vecinos y vecinas de la UVA de Hortaleza (el nuevo gobierno de Madrid no les ha dado ninguna solución) o un Belén? ¿Cuánta gente le sigue aún gustando ver el Belén?
Conviene más atacar al IBI que no paga la Iglesia o ciertas subvenciones. Un Belén es un atractivo más, casi más plástico o cultural que de ritual religioso. ¿Qué será lo próximo? ¿Quitar la cabalgata? A ella, ¿van niños y mayores a rezar o a divertirse? Y es una herencia de tradición religiosa.
En cualquier caso una defensa de Estado laico (que está bien) ha de tener en cuenta ciertas tradiciones, que son eso. Y desligarse de todas las religiones no sólo de la católica. Es decir, el comedor de una escuela pública todos deberían comer lo mismo, ¿no? O, ¿aún sólo hay valentía para desligarse de una religión y no para implantar un verdadero laicismo? Sea como fuere, un metadebate lo que esconde el Belén (el misterio) interesante y necesario.