CULTURA

María J. de la Vega publica ‘La calle, si naufragas’, versos reales de las víctimas de la otra cara del covid: padecimiento económico y social

► Se presenta en el Centro Cívico José Saramago de Leganés el jueves 17 de junio de 2021 (19:00 h.). 

► Es el segundo libro que la poeta leganense publica con Isla de Delos. 

Foto: Rafa Martín

Todo está a punto para que el coral de voces golpeadas que se entrelazan en ‘La calle, si naufragas’ sean declamadas, miradas y sentidas. Se trata del segundo poemario de María J. de la Vega con la editorial Isla de Delos, publicado bajo los auspicios de Luceat Ediciones S.L. Es una obra, en palabras de la propia autora, “distinta al resto de mis libros”. Y es que es la primera que escribe “por la necesidad de contar”. María J. de la Vega, poeta arraigada en Leganés, pero muy valorada también mucho más allá de la M-40 por su extraordinaria calidad poética, ofrece en este racimo de versos el dolor de las víctimas crematísticas y sociales del covid 19 o cuya realidad precaria ha sido acentuada al extremo por la sobrevenida pandemia. Es, por ejemplo, el testimonio del grito ahogado de las madres que batallaron en aquellos, no tan lejanos, meses tan duros para que sus hijos, que compartían una habitación de alquiler con ellas, no pasaran frío o pudiesen comprarse un cuaderno para el colegio. Que sea ‘invisible’ no quiere decir que no exista. Por quienes sufren, por quienes la vida, a pesar de su esfuerzo sin par, orilló a un naufragio y viste hoy su horizonte de (posible) deriva… Por toda esa gente, la poeta les brinda su comprometida tinta. Para que se sepa. Y para, por qué no, la conciencia, si fuese posible, retumbe en los responsables de la desolación de los inocentes.

Pregunta: Todo germina con tu labor en la Red de Ayuda Mutua de Leganés…

Respuesta: La preocupación por lo que sucede siempre está. Desde marzo 2020 hasta diciembre estuve atendiendo en el Teléfono de la Red de Ayuda y en todo ese tiempo la gente me contaba cómo estaba. No pensaba en ningún momento escribir esto. Pero cuando se acabó, la voz de la gente empezó a darme vueltas en la cabeza y pensé que era necesario contar.

P: Hemos pasado, y no quedan tan lejanas, otras crisis: ¿encuentras diferencias?

R: En otras, he estado como espectadora. Aquí he escuchado en primera persona. Pero, sobre todo, diría que se produjo de golpe, se interrumpió para mucha gente de golpe su trabajo, su vida… Y cómo eso machacó a una serie de personas que vivían en la precariedad y/o en la economía sumergida, porque en otras crisis la gente podía seguir saliendo a la calle a que los explotasen… Ese hundimiento repentino y la gente precaria y sin papeles ha sido terrible. Muchos aguantaron los dos primeros meses cómo pudieron, ya venían tocado de crisis anteriores, vivían al día sin colchón para responder al inmediato.

P: Hablando de esas realidades, da la sensación de quien trabaja en negro, por ejemplo, es culpable y no víctima… Parece que se intercambian esos dos conceptos entre los humildes…

R: Totalmente de acuerdo. Fernando Soler, hace unos días, que era médico en el Hospital Severo Ochoa de Leganés, me decía que no podíamos afirmar que la gente era vulnerable, sino que la gente era vulnerada. Han sido víctimas de empresarios que no los contrataban directamente, víctimas del abuso de los alquileres de habitaciones.

P: ¿Qué les decíais en las conversaciones por teléfono?

R: En la Red les podíamos ayudar con comida, pero el dolor, la ansiedad permanente… Mucha gente de las que llamaban eran mujeres, veía hombres rotos y mujeres que se movían lo imposible, sobre ellas recayó la búsqueda de comida. Eso lo podíamos atender, pero la depresión, el miedo, la angustia de que te quedabas sin casa… Nadie hacía nada por ellos…

P: La Red es un ejercicio altruista ciudadano, pero ¿cómo has visto la responsabilidad institucional de tu entorno?

R: Las instituciones dejaron de funcionar. Ya llegaban mal y ahora no llegaron directamente. Servicios Sociales nos mandaban gente de tapadillo. El Estado desapareció. Estuvieron abandonados. Y para pedir ayudas era como pasar una carrera de obstáculos administrativos y técnicos

P: El título del poemario, ‘La calle, si naufrafas’, vemos la propia calle como concepto desasosegante, y la otra parte , ‘si naufragas’; ¿después de un naufragio queda esperanza o sólo ya vivir a la deriva…?

R: ‘La calle, si naufragas’ hace referencia a que lo último que tiene esta gente es una habitación, porque dejaron sus casas, y no la pueden pagar. Y llegará un día en que van a ir a la calle. Una parte importante de la gente se enfrenta a desahucios invisibles, cuando estás de alquiler en una habitación sin contrato… Y con la policía ayudando. Veo muy poco futuro en los niños que están creciendo en esta situación. Metidos en una habitación sin ambiente para sentirse seguros, sin estabilidad emocional…

P: Niños y niñas inocentes… ¿Irán los que sufren esta situación a la universidad?

R: Cómo universidad… Si consiguen terminar la escuela… Desde el Defensor del Menor de Leganés estamos pagando a los niños los lápices, las pinturas, cuaderno escolar. Cómo un niño va a estudiar viendo la angustia en su casa de que no hay trabajo…

P: ¿Y el Ayuntamiento de esta ciudad?

R: El Ayuntamiento de Leganés tiene superávit con un Gobierno que se dice progresista y argumenta que no puede hacer ayudas porque la interventora municipal lo impide. El resultado claro es que quienes han ayudado en la pandemia han sido entidades sociales.

P: Yendo ahora a la forma, siempre te reclamaste como poeta de “producción lenta”…

R: Es cierto, pero, en este caso, todo lo plasmado ha venido. Se ha ido gestando dentro de mí a lo largo de los meses, escuchando todas esas cosas, sintiendo lo que la gente me decía. Y al cabo de un mes de silencio, fue rápido, fue viniendo y fue viniendo, creo que estuvo elaborándose ahí dentro.

P: ¿Hay diferencias en el estilo con anteriores libros?

R: Supongo que es mi estilo. Estos poemas, eso sí, son más largos que los que hago normalmente. Tampoco había escrito con el propósito de contar algo. Hasta el momento, yo escribía por algo que me rondaba. Aquí ha sido diferente. Empecé a escribir cuando terminé la atención telefónica, de marzo a diciembre de 2020. Dejé pasar un mes y en febrero, ya de 2021, me puse. Y han sido dos meses prácticamente. Y que no es exactamente ‘me falta dinero para llegar a fin de mes’, sino que ‘no duermo’; o no que ‘me han cortado la luz’, sino que ‘mi hijo llora por la noche porque tiene frío’.

P: ¿A quién te gustaría que llegase el mensaje?

R: A toda la gente solidaria que ha estado sosteniendo la Red. Porque todos los que hemos estado trabajando sobre este tema sentimos la necesidad de que se sepa. A la gente normal y corriente de los barrios, para que pudieran mirar de otra manera a esta gente que está pasando lo que está pasando, que llegara a los profesores y si tuviera fe a quienes tienen en su mano la capacidad de cambiar las cosas… Pero, en eso último, lamentablemente ya tengo mucha menos fe.

P: El libro no trata exactamente el dolor de familias y familias que no pudieron despedirse de los familiares que morían solos en hospitales…

R: Exacto porque ese dolor ha estado más contado, más visibilizado, pero en la dedicatoria los recuerdo porque ha sido una tragedia…

P: Has hecho mucha énfasis en las personas que alquilaban en una habitación… Eso lo hacían los abuelos de los que hoy somos veinteañeros. Hemos vuelto 70 años atrás…

R: Tristemente, sí. Es que se ha vuelto ahí… 70 años para atrás. Y ese es el sentimiento de fracaso que tenemos mucha gente que peleamos para traer una situación distinta. Hay mucha gente inmigrante afectada por la economía sumergida y se la culpabiliza y viven eso de tus abuelos, pero sin familia al lado…

P: Hay también, siguiendo con lo formal, un libro exquisito también desde lo estético y con muchos detalles que los lectores/as descubrirán…

R: Agradezco mucho al editor. El sentido es dotarle de dignidad. Estás hablando de un dolor que la mayor parte de la gente, seguramente, preferiría no ver y es cómo afrontarlo con toda la dignidad que el tema, creo, tiene. Hacerlo apetecible por ese dolor que contiene…

P: ¿Has llorado mientras escribías?

R: Es muy duro. Sin embargo, no lloro porque este tipo de cosas no me hacen llorar, sino que me movilizan, que es distinto, pero es muy duro.

La primera presentación de ‘La calle, si naufragas’ será el jueves 17, en la Sala de Juntas del Centro Cívico José Saramago, de Leganés (Avda. del Mediterráneo, 24).

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