Sucedió que vivía en Leganés un embaucador, socio y compañero de urdimbres y trampas desde hacía más de seis lustros de un pobre hombre que, sin tener maneras ni inteligencia para la política, por una razón u otra, resultó elegido como jefe del clan socialista del lugar. Santiago Llorente, más conocido como el ‘cachopos’ por sus excesos gastronómicos y Javier Márquez, el Patrañuelo, encarnando el papel del ‘bartolín’ o lisiado imaginario en su última aventura, han pasado la mayor parte de sus vidas sin dar un palo al agua, enfangados en el lodazal de la política más burda, corrupta y mendaz, alejados de los intereses de los vecinos aunque justifiquen sus tropelías y mentiras en los mismos.
Tienen ambos, el farsante y su socio, una enfermiza propensión a vivir del cuento que les ha permitido ejercer la política como profesión desde su más tierna juventud. Y no dudaron, llegado el momento, en ‘matar al padre’ que los alimentó y crió (José Luis Pérez Ráez) con el único objetivo de heredar el botín que esconde el cortijo leganense y eliminar su recuerdo, un auténtico complejo o anomalía psicopática que se produce en todos los partidos políticos y en no pocos lugares. No por gustar del arte de la política, sino por los enredos y trampas para consolidarse en el sillón.
La última patraña de Francisco Javier Márquez, una invención urdida con el propósito de engañar y sacar provecho político, se gestó en el despacho que ocupa como Director General de Sostenibilidad y Servicios a la Ciudad del Ayuntamiento de Leganés. El rumor popular le otorga la vocación de conseguidor de Llorente; aunque es una ocupación difícil y arriesgada, mostrando el tamaño de su estulticia. El día 5 de marzo de este año tuvo lugar una reunión concertada con dos de los ediles de ULEG, Carlos Delgado y Carlos Aranzana, el partido que trae al PSOE de Llorente por la calle de la amargura; en su labor de oposición y en las encuestas. Están los tres solos en el despacho; unos con el objetivo de revisar algunos documentos y el otro de custodio y cancerbero de los papeles. En un momento dado, a la vista de los partes de trabajo de obras municipales, los dos concejales de ULEG sacan los móviles para fotografiar lo que consideran irregularidades. Márquez intenta arrancar la documentación de las manos del portavoz independiente y se produce un forcejeo, sin la tensión necesaria para que los papeles se rompan siquiera.
En ese momento, Carlos Delgado llama a la policía y Javier Márquez abre la puerta diciendo al funcionario o trabajador de la antesala que le han agredido. La primera versión del trolero dice que en el forcejeo pierde el equilibrio y se golpea con una estantería y con el suelo. Acude a un centro de salud y al Hospital donde le conceden verosimilitud y le colocan una venda aparatosa. Inmediatamente, el Patrañuelo y el alcalde ponen en escena una truculenta rueda de prensa en la que acusan al portavoz de ULEG de retorcerle la mano y agredirle con el resultado de las lesiones que se suponen tras el cabestrillo. Puro teatro y puesta en escena de dos fuleros y calumniadores. Creen que por fin ha llegado el momento. Han acabado con la vida política de Carlos Delgado, el alma del proyecto independiente que les martiriza, el mismo que consiguió que la justicia declarase ilegales los cargos de Directores Generales. Es una victoria total. Delgado esta muerto. Y así estaría de no ser por la prevención y la prudencia de los dos ediles de la oposición.
No saben, el Patrañuelo y su Consentidor, que la escena está grabada. Acaban de cometer una auténtica afrenta pública a un un cargo electo, a sabiendas que la cometían; una ignominia contra los miles de votantes de ULEG —casi los mismos que el PSOE—, esos que envidian y añoran los socialistas y que han perdido a lo largo de las últimas legislaturas con sus corruptelas.
La titular del Juzgado número 6 de Leganés debate en la sentencia sobre la doctrina jurídica del valor de la acusación sin pruebas y de la defensa para desmontar cualquier contradicción. El testimonio de la víctima ha de estar rodeado de ciertas corroboraciones. Igualmente, para evitar la indefensión se ha de permitir que se cuestione eficazmente la acusación. Así, pues, el juzgador ha de dilucidar sobre la veracidad o falsedad de la acusación. No se predispone en contra por los evidentes indicios de disputa política de los hechos. La pertenencia a un sindicato o partido, como es el caso del [ilegal] Director General del Ayuntamiento de Leganés no es suficiente para privar de valor su declaración.
La juez ha puesto en la balanza salomónica la versión de la [presunta] víctima y la de sus [presuntos] agresores, Carlos Delgado y Carlos Aranzana. Además ha valorado las pruebas. Por una parte, el informe de lesiones del Centro de Salud y del Hospital y, por la otra, la grabación realizada durante el incidente. La existencia del audio que el denunciante, en el momento de producirse los hechos, no conocía es determinante en la resolución de la intriga y la falaz puesta en escena. La juez, tras oír la grabación, concluye que no existe agresión alguna y que, si acaso, el mentiroso se trastabilló solo, perdió el equilibrio y cayó no siendo responsabilidad del portavoz de ULEG . El único testigo del fulero, un trabajador municipal que estaba en la antesala del despacho evitó el falso testimonio, suponemos que por miedo al delito— declaró que él, claro está, no vio la agresión y que Márquez le pidió que lo llevara al centro de salud que es lo que hizo.
Se concluye pues, —la juez lo hace a la vista de las pruebas— que Francisco Javier Márquez mintió; y se inventó una fábula violenta con una puesta de escena en la que intervino el primer edil de Leganés. Nadie se creería que Santiago Llorente desconocía la falsedad y el montaje tramado para acabar con la vida política de su principal contrincante. De no ser por la existencia de la grabación, ahora, los dos farsantes y calumniadores estarían cantando victoria y celebrando el éxito con unos cachopos y unos chupitos. Hoy vuelven a su triste realidad. Las encuestas le dan la victoria a ULEG por encima del PSOE; eso duele en un partido que se considera prominente electoralmente hablando y ejemplar en su [presunta] ética y honradez; por otra parte, hablando ya de la manduca y los privilegios del poder, pone en peligro la trama económica de sus decenas de enchufados públicos.
La presencia de Márquez como cargo de confiaza [ilegal, según la justicia] y su mantenimiento es inaceptable política y moralmente. Mal cristiano y mal socialista se solaza al saltarse varias leyes divinas; se reboza en el pecado y en la impudicia partidista, que no ideológica. Es un mal gestor —suficiente para cesarlo—, mendaz, enchufado y chupóptero desde tiempos inmemoriales, insulta a los vecinos sin pudor ni arrepentimiento; miente, calumnia y busca ventaja con la patraña para mantener una nómina escandalosa con los escasos méritos que exhibe. Auténtica falacia intelectual e ignominia moral.
En la próxima Semana Santa, [ver imagen superior] el Patrañuelo de Leganés debería replantearse su papel de cristiano constrito, y falsamente arrempetido, agarrado como un endemoniado a la palma [parece que le duele la barriga]; que se apunte al Vía Crucis, que se demacre con ceniza y se pinte cardenales con maquillaje rojo, se rodee los tobillos con gruesas cadenas y porte un cirio que le conceda la luz de la salvación por sus pecados. Jesucristo, ten piedad, solo soy una víctima. Los creyentes, tienen una ventaja. Se confiesan y obtienen el perdón. Limpios para volver a infringir las normas. El otro Director General [Óscar Oliveira] desfila desarmado [al menos de la palma], mirando casi con enojo su papel de comparsa, como el que está encargado de un asunto inapetente e insustancial. Los ateos también mienten, aunque no tienen remordimientos.
El problema para el que debería ser ejemplar cese del insostenible Francisco Javier Márquez por camandulero y difamador es la historia común que comparten ambos, el Patrañuelo y su Consentidor, compañeros de juventud y socios desde el año 92 cuando montaron la empresa Joven Gestión SL en el que fuera domicilio del hoy alcalde de Leganés. Su padre [o padrastro] político, su pastor espiritual, José Luis Pérez Ráez no dudó en inyectarles millones de pesetas de la época para mantenerlos en su grey. Además, siendo miembros del Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid —regido en la misma época por los socialistas, se beneficiaron de otras suculentas subvenciones incluso se benefició del ‘regalo’ de una bicicleta. En sus inicios, el embaucador y el ‘Ladrón de bicicletas’, aramplaban con todo lo que se les ponía delante. La preponderancia del PSOE en Madrid y en el cinturón rojo les concedía esos privilegios trufados de corruptelas.
Javier Márquez ha sido dos veces concejal del PSOE y dos veces cargo de confianza. En su curriculum presume de ser animador cultural, —un trabajo y un título sin regulación oficial en aquella época— y trabajador laboral del Ayuntamiento de Alcorcón, puesto al que accedió igualmente por un enchufe de corriente alterna ‘socialista’.