DESDE LA DOBLE A

Los gigantes de verdad. Víctor Prieto, in memoriam

Jesús y Víctor

“Si el día 31 de diciembre tuviese que bailar desnudo en la puerta del Sol para que esto no volviese a suceder jamás, lo haría, sin dudarlo un segundo”. Estas palabras son de Jesús Prieto, padre de Víctor. La primera vez que hablé con él, me llamó poderosamente la atención la energía que Jesús es capaz de transmitir, algo que ha mantenido siempre que hemos conversado. Pese al más cruel impacto, por duplicado, que la vida puede darle, Jesús contagia vitalidad. Quizás, precisamente por eso, sorprende más. No es ningún tipo de halago sin más, sino algo que cualquiera captaría si departiese con él durante unos minutos. Lamentablemente, el tema que nos ha tocado tratar es muy triste, pero necesario de elevarlo al altavoz mediático con el fin de que llegue a todos los rincones posibles. De nuevo, les mostramos un rostro y una familia que ha sufrido un arrollamiento absoluta y totalmente evitable. Víctor es el hijo de Jesús. Perdió la vida el 7 de febrero de este año. Tenía 22 años.

“Ni Renfe ni ADIF han tenido ninguna consideración de darme el pésame después de haber sido un accidente causado en una infraestructura de estas dos empresas”. Es lo primero que me dice Jesús. Fue también lo primero que esgrimen otras familias. De nuevo, abandono. De los supuestos gigantes, presuntamente inmunes al dolor de las familias de las víctimas, hacia los gigantes de alma y corazón, los de verdad.

La familia de Víctor posee un vídeo, al mes siguiente de la tragedia evitable, que muestra la barrera fallando y donde para un coche porque estaba la barrera y los semáforos encendidos. Por el contrario, la jueza resuelve que no es válido porque “no es el paso a nivel del accidente”. “Pero, resulta que quien está grabando es la concejala de Monzón, que tiene el restaurante al lado de la vía. Y nos archivan el caso”, lamenta Jesús, y explica que “nos dan un vídeo con una secuencia de ese día grabado por un técnico de ADIF con un teléfono móvil. Sin embargo, nosotros con el vídeo de una concejala en el paso a nivel del siniestro, dicen que no es y que si lo fuera da igual porque ya ha pasado el tren. ¿Eso es ser imparcial?”.

Me explica Jesús que la pretensión de la concejala era ayudarlos y le dio el vídeo porque “no es la primera vez que pasa. Es que no es la primera que se estropean estas barreras, pero ha dado la casualidad de que no pasaba nadie, pero tú pregunta en Monzón y te dirán que ha sucedido muchísimas veces”, eso le afirmó. “Y va la jueza y dice que no. Que no es el paso a nivel. Tiene a su disposición a policía judicial o Guardia Civil para saber que sí lo es. ¿Y cómo voy a entregar una prueba que no sea verdad? Y continúa con que, aunque sea, el tren ya se ha ido. Digo yo, ¿y si no ha pasado? Esa señora no es imparcial”, se queja Jesús a la vez que nos deja un análisis triste, pero real, “nosotros somos obreros y gente sencilla. En cambio, Adif y Renfe nos lo graban con un teléfono y eso sí vale”. Por cierto, la caja negra tampoco está en este caso. Vaya… ¿verdad? Jesús sigue dando muchas vueltas a las pruebas, no es para menos, “Adif aporta eso con un par de narices. A mí, me ha dicho una colega de profesión de la jueza en la Audiencia Provincial de Burgos que eso es una prueba, que cómo me puede decir aquello esa señora. Tengo a la concejala y a un chaval del pueblo que me lo han dicho: Jesús, yo he parado con la barrera y los semáforos tendrían que estar en rojo puro porque si es la carretera e intercede una vía ferroviaria, los semáforos no tienen que estar en intermitente rojo, sino en rojo fijo; así yo freno. Si está en ámbar… Eso lo tienen mal hecho”.

Sí, estamos hablando de temas judiciales y pruebas. Pero, no nos cansaremos de recordar que, de la misma forma que las familias de Irune o Laura, no quieren dinero. Qué ingenuos son los que así piensen. “Yo sólo quiero descubrir la verdad, Adrián. La verdad es que el golpe está en la parte delantera donde la rueda y hay cinco metros y el coche mide 4.600… En el atestado suscriben que si le ha pegado un golpe y luego ha rebotado 15 metros y ha vuelto al tren a la cabina… A 150… Si eso no lo hace ni una pelota”. Y ahí entramos en otra de las situaciones dolorosas que nos dejan estos accidentes, cuyos culpables son quienes no ponen remedio: los atestados. “Jesús, lo siento mucho, pero estos atestados se hacen con copias y pegas de lo que te dice Adif y Rende porque nosotros no tenemos ni idea y lo hemos tenido que hacer por narices. En el engrosado del atestado, verás que hay mucha historia, pero no vale. Pero, esto no te lo digo en plan oficial, sino de amigos porque yo también tengo hijos y me jodería”. Estas palabras son de un alto cargo hacia Jesús. Me deja claro que en estos sucesos, siempre los tratarán como incidencias, no accidentes. Eso les duele y molesta mucho. El caso de Víctor está archivado y sin saberse de las culpas. Les deniegan unas pruebas de la barrera encalavada de la estación de Monzón, no les dan el disco, prueba principal para conocer si ha fallado el tema de la baliza. Y, sobre la caja negra ya nos hemos pronunciado… “Estoy en contacto con un ingeniero ferroviario catalán y dice que lo que no pueden hacer es darte lo que me han dado grabado con un teléfono móvil en un ordenador. Si eso no lo hace nadie en el siglo XXI. Si Renfe se ha gastado millones en uno de los mejores sistemas informáticos… En ese vídeo está todo camuflado. El paso a nivel tiene sólo una vía y en ese vídeo que nos dan tiene dos…”.

Penosamente, encontramos más situaciones, tras el accidente, que producen indignación en Jesús, “el delegado de Tráfico en Palencia, Fernando Alonso Echevarría, al día siguiente, a las 11h, lo entrevistan en la televisión de Castilla León. Está comentando que posiblemente se le haya pasado y que seguramente se le haya sorteado. ¿Cómo puede decir eso ese señor si no está en el atestado y no sabe si ha fallado la barrera o qué ha pasado?”, y sintetiza una cruda realidad, “siempre van a echar la culpa a los fallecidos porque no hablan. Como no pueden defenderse, son tan cutres y miserables que les echan la culpa. Y a las familias nos quieren envolver en unas ciertas circunstancias como que los hijos son tontos, son ciegos y los padres, también. Pides pruebas y no te las dan… En cuanto a la caja negra, al amigo Gonzalo se la habían borrado y a mí se la han llevado y vete a saber lo que ya habrá…”

A Víctor le faltaban cuatro meses para tener la carrera de Derecho. “Me jodió porque luego en abril tuvimos que ir a hacer el tema de la graduación. Lo pasé muy mal porque el protagonista era él y no estaba. Le hicieron, eso sí, un bonito homenaje y el diploma. Pero, te trinca el dolor de nuevo”.

Jesús, insistimos, posee mucha energía. En estos meses ha batallado y se ha movido mucho. Fundamentalmente, orienta su lucha hacia dos objetivos: conocer la verdad del accidente de su hijo y que no vuelva a suceder. Porque no se olvidan de querer echar la llave a una puerta, la del peligro absurdo y caprichoso, que se cerraría para siempre con unas medidas de seguridad propias de Siglo XXI y del país donde vivimos. “Al alcalde de Monzón se lo dije, igual que al de Husillos: lo que tienes que poner es una información que toda la gente que vea esas barreras que funcionen mal, lo notifique al ayuntamiento y éste a la Guardia Civil, si no se atreven ellos. Es que el día que pase algo, veréis que vosotros no estáis poniendo nada en consecuencia para que no suceda. Cuando haya 15 ó 20 denuncias, ahí ya dices que aquí pasa algo y se para. A mí, no me van a devolver a mi hijo, pero no quiero que pase a nadie más”, son palabras que reflejan la identidad de las personas buenas, de los gigantes de corazón de verdad, en este caso, de Jesús, un PADRE que no cesará en su empeño.

Me hace hincapié en que la gente sencilla y humilde, esa de la que merece la pena rodearse, está desprotegida. Me lo ilustra con un ejemplo que evidencia las diferencias de tratos. El mismo día del tanatorio, políticos con altos cargos asistieron a otra sala. Esto recuerda Jesús, “por las circunstancias que te he comentado, Adrián, vino Rafael Hernando, entre otros, y ya pasó a darme el pésame, pero él estaba allí por quién estaba. Si le pasa a mi hijo solamente, no vienen. Es la pequeña gran diferencia de clases. Luego dicen que no las hay. Pero, cómo no las va a haber. Votamos a políticos que ni respeto a la gente de la calle tienen”. Yo le entiendo perfectamente y me continúa contando, con su estilo enérgico, pero muy claro, “esto ha sido por una falta de seguridad. Si es que estamos en situaciones tercermundistas. Así creo que sólo lo tienen en India. Y los engaños y manipulaciones que hacen, causan muchísimo daño. Yo he perdido un hijo, pero también me sale la vena de padre y digo eso a esas empresas de ahora sufre tú también. Es que yo desde febrero no sé qué ha pasado y eso te revienta mentalmente y te traspasa físicamente. Que crees que no se lo ha saltado, que ha sido fallo de barrera y vosotros no estáis dando ninguna prueba real para decir que esto es lo que ha pasado. Yo sólo quiero saber la verdad y zanjarlo”.

Jesús consigue dormir una o dos horas. “Te matan al hijo y matan poco a poco a los padres. No pierdes la moral, pero sí un poco las fuerzas. Ahora bien, conmigo han topado. Yo en las redes sociales con Adif y los políticos no me corto un pelo y que me pongan lo que quieran. No voy a perder más de lo que perdí”, sentencia Jesús y recuerda que “Renfe sigue siendo algo público y siguen unos intereses. No quieren soltar prenda porque saben que tendrían que pagar. Qué ignorantes son. La mayoría de los que hemos perdido un hijo no queremos dinero, sino la dignidad, las pruebas necesarias para saber la verdad y que no nos cuenten milongas. Si ha habido fallos que lo paguen, no con dinero, sino con medias de seguridad”.

Medidas de seguridad, innegociables. Sin embargo, desechar imprudencias también redunda en la seguridad. Jesús, un padre que hará todo cuanto esté en su mano, ha pasado alguna que otra noche en el lugar de los hechos. ¿Por qué? Por esto, “si es que iba a 150 el tren cuando atropelló a mi hijo. Una exageración habiendo un paso a nivel y luego otro en Monzón. Nada de ir a 90. Y hay una curva a unos 350-400 metros. Yo no sé cómo los cogerá, que van a toda pastilla. Yo he estado muchas noches ahí, en el paso a nivel. A lo primero, pitaban, cuando pasó el accidente. Y en esa horquilla que le ocurrió a Víctor, 20.45-21.15h, van la mayoría de veces a más de 150 y no pitan y siguen. El primer mes, tras el siniestro, iban despacio y pitaban. Después, a toda pastilla de nuevo”. Por cierto, hay cargos que no tienen otra cosa mejor que decir cosas que se podían reservar. Jesús, ante ello, no se va a callar, Adrián, hasta quien te he comentado me habla de suicidio. Qué no se le ocurra decir a nadie que mi hijo se ha pasado la barrera sin mirar. ¿Me están diciendo que se ha suicidado? Un chaval de 22 años, listo como un conejillo y que sacaba todo por becas y con toda su vida por delante, ¿se va a saltar un paso a nivel? Qué tengan narices a decírmelo más”. No puede otra cosa que, respetuosamente, unirme al sentir de Jesús.

A Víctor no le apasionaba conducir. No en vano, esa noche lo cogió porque iba a una fiesta en un local de familiares de Jesús. Estaba a cinco minutos de llegar a lo que era una fiesta de cumpleaños. Pero, lo que él no sabía es que también era una fiesta de cumpleaños por él. Víctor, que los cumplía el 9 de enero, llevaba desde el 2011 sin festejarlo. El motivo fue que aquel año y en esa misma fecha murió su hermano, Iván. Era el otro hijo de Jesús, el pequeño de la casa y que luchó como un campeón y con sonrisa fija contra una enfermedad. Sirvan también estas líneas como recuerdo a Iván.

Quiero saber qué percepción judicial tiene Jesús del caso, “nada, nada. Me lo han archivado en el juzgado número 5 y cuando vaya a la Audiencia Provincial me lo van a dar nulo. Hay gente concreta que no quiera que salga a la luz nada de nada. Mira lo de Angrois y las vueltas que están dando y no conducían ellos. Y ahí tenemos la grabación del conductor y lo que decía con la curva. Y ahí sigue dando guerra con tantos muertos y tantos heridos”.

A Víctor, con quien me llevo tres años, habría tenido miles y miles de casos que defender, como abogado. Hoy, lo defienden sus padres y gritan a los cuatro vientos lo que a ambos quieren y echan de menos. No. No es exactamente el destino. Porque es evitable. Somos afortunados los demás, pero tenemos que unirnos a la pelea de estos padres. Hay que prohibir que algo absurdo sesgue gigantes en vuelo. Un semáforo, una valla, en muchos casos, acabaría con el dolor más estúpido. Con eso cierra Jesús, “si algún mandatario de estos lo leen, y tienen sentimientos y tienen hijos, que sepan que sus actuaciones han sido muy erróneas y muy malas. Qué se mojen y lo solucionen. Se me han ido los dos hijos. Un arrollamiento te desgarra el corazón y el alma y no quieres que a nadie más le pase. Sólo queremos la verdad y la conciencia limpia. Los padres de Víctor estamos luchando por la honorabilidad de él. Eso de que se haya pasado el paso a nivel… Qué a nadie más le pase…”
Con todo nuestro respeto, afecto y agradecimiento.

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