GETAFE

40 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN EN GETAFE: ¿Cuando aprenderemos en España que un-vo-to-va-le-más-que-mil-gri-tos?

El jueves 9 de noviembre de 1978, según la información extraída del Boletín Municipal de Getafe [el día 7, según el autor], se presentaba en la recién inaugurada Casa de la Cultura de Getafe el libro ‘Pensamientos y poemas antes de la democracia, 1970-1974’, original del concejal Sebastián Carro Sánchez. El acto, moderado por el cronista Manuel de la Peña —diseñador de la portada y redactor de la misma noticia en el Boletín—, contó con la presencia de los alcaldes de Getafe y de Madrid, Angel Arroyo Soberón y José Luis Álvarez y Álvarez, respectivamente. Sebastián Carro descubría ante sus convecinos y amigos, su «veta como creador, algo totalmente inédito», según el cronista. Su espíritu clarividente, su vocación de editor y su oficio de impresor, le llevó sin remedio a publicar esos versos y reflexiones justo antes de que el pueblo español ratificase la nueva Constitución en un referéndum celebrado hace hoy justamente cuarenta años. La mayoría de la población, incluso las instancias oficiales del ‘antiguo régimen’ que sobrevívían —como los Ayuntamientos— se preconizaba un espíritu renovado de convivencia y esperanza.

Sebastián Carro y José Luis Álvarez

El obstinado, sarcástico y lúcido edil getafense, que lo fue desde 1973 a 1987, es testigo de excepción de uno los periodos más importantes de la reciente historia de España; no era inédita, a pesar de la impresión ‘literaria’ de Manuel de la Peña, la vocación de Carro por la escritura y la política. En el mismo número del Boletín Municipal, donde también escribía Marcial Donado, otro ilustre de la historia local, se publicaba un artículo de Carro sobre la retribución de los ediles, hasta ese momento de 1.500 pesetas para gastos, y su opinión sobre el tema de cara a los comicios municipales del 79 en los que se votaría una Corporación con un total de 27 concejales.

Sebastián Carro era, y sigue siendo, un visionario de la política. En su intento, nunca cumplido, de convertirse en Alcalde de Getafe, ha dedicado buena parte de su vida y sus mayores esfuerzos a la acción política municipal, desde el epílogo de la dictadura franquista hasta la consolidación definitiva de la transición política. No era ajeno a los problemas cotidianos; además de los asuntos de la política nacional o regional, Carro se bregó por mejoras tangibles para los vecinos como las lineas de autobuses, los ambulatorios, las zonas verdes o los nuevos ensanches de la ciudad. Una actividad frenética que se puede recordar a través del Boletín Municipal Getafe, testigo gráficos de la memoria histórica local, desde que nació como publicación en enero de 1975 hasta que llegaron las primeras elecciones municipales en 1979.

Foto de la constitución de la Corporación de Getafe surgida de las elecciones municipales de 1979 publicada por el Boletín Municipal en abril de 1979

Una publicación de la época, ‘El Periódico’, nacido en octubre de 1978, calificó al político getafense como un «vasallo de UCD en busca de pura promoción política». Quien le conoce, sabe que Sebastián Carro no ha sido vasallo de nadie salvo de su propia ambición, reflejo de su personalidad expansiva, sus ideas y su tesón. Que el acto, visto desde el resto de formaciones, pudiera haber sido planeado con fines de propaganda no es algo que se pueda afirmar o desmentir desde la distancia en el tiempo. Suponemos que algo de eso hubo. Pero lo cierto es que se trataba de una obra literaria y no de un ensayo político o una visión del pandemónium que era España en aquellos días. Lo cierto es que los poemas y reflexiones del político getafense se presentaban en fechas, si obviamos el tiempo meteorológico, muy calientes como era el final de la campaña por la Constitución y los prolegómenos de unas elecciones municipales en las que Getafe se declaró como capital roja del sur; pero eso es otro capítulo. Años después, en otro de sus libros con ‘RefleXiones’ decía de sí: «Alguna vez será tan independiente, tan contestatario de los conatestadores que estoy seguro que en mi fuero interno me llevaré la contraria. Entonces seré libre».

Tras la agonía del dictador en 1975, la Ley de la Reforma Política aprobada y ratificada por los españoles en la consulta de 1976, España se encaminaba rápida e inexorablemente hacia una democracia con el mayor de los consensos. La asistencia del alcalde de Madrid a la presentación del libro de Sebastián Carro, mostraba la influencia del edil, y ‘novísimo’ escritor en la política getafense y madrileña. No era cualquiera. Poco antes, el Gobernador civil de Madrid, Juan José Rosón, había nombrado a Sebastián Carro Delegado Gubernativo para el referéndum de la Constitución que se celebraría el 6 de diciembre de 1978, punto de partida del nuevo rumbo de la nación española. Nadie dudaba de su aprobación.

«¡Ay, Constitución, no has visto definitivamente la luz y lo que nos está costando tu parto! Todos pretenden su paternidad. Unos tildan de izquierdista y otros meramente de derechas. Te catalogan como de la concordia, mientras como triunfo de ciertas fuerzas, se apuntan los tantos otros. Por ello, la puerta de nuestro Ayuntamiento [Getafe], harta de tantos giros a la diestra y la siniestra, ha sido cambiada por unamás centrada, más quieta. Naturalmente, tal como decía Castaños, en sus ‘buenos días’, esto ha degenerado en un empapelamiento de fachadas cuando aún existían carteles del 15 J. Proliferan las actitudes belicosas y los gritos se oyen por doquier. ¿Cuando aprenderemos en España que un-vo-to-va-le-más-que-mil-gri-tos?», escribÍa [presuntamente] Manuel de la Peña en el Boletín Municipal de Getafe en su número de noviembre de 1978, aunque más bien parecía un chascarrillo pergeñado claramente por un político como su amigo Sebastián Carro.

Tabla comparativa de los resultados en Getafe de las dos consultas realizadas en España, en diciembre de 1976 sobre la Reforma Política, y el mismo mes de 1978 sobre la Constitución

Los resultados de la consulta fueron demoledores. En Getafe, la Constitución era ratificada con el 91,50 por ciento de los votos emitidos. La abstención no llegó al 30 por ciento. Los ‘noes’, 2.619 votos, representaban solo el 4,6 % de los votos; a nivel nacional, el rechazo alcanzó el 7,8 por ciento. Otro dato curioso es que los ‘noes’ a la Constitución duplicaron a los que rechazaron la Ley de la Reforma política en 1976 con un aumento del censo electoral de 13.500 personas de una a otra convocatoria.

Sin embargo, nunca hubo, y a la vista del panorama político actual tampoco es probable que se repita, tal grado de consenso en aras a la convivencia democrática en España. Un espíritu que hoy está, si no desaparecido, en vías de extinción tras la lógica irrupción de las nuevas generaciones, desconocedoras de aquel proceso modélico de ingeniería política, una sociedad actual aquejada en parte por un siniestro complejo de los perdedores, una especie de revanchismo larvado en los nietos y biznietos de los protagonistas, los que padecieron la última guerra civil española; y por la revisión sesgada de la historia común. El espíritu cainita anida peligrosamente en el reverso de las tapas de la Constitución.

Ángel Arroyo Soberón, alcalde de Getafe en el tramo final de los ayuntamientos franquistas, firmaba el artículo de la portada del número de diciembre, el último Boletín Municipal de aquel año. Reflexionaba Ángel Arroyo sobre el transcurso de 1978, «un año que que nos dejaba a los españoles embarcados en la nave de la esperanza, un barco rodeado de remos, nuestros remos manejados con el esfuerzo y el sacrificio de todos. ¿Llegaremos a buen puerto?», se preguntaba el primer edil de la última corporación franquista. Aquel año había traído, además de una nueva Constitución, un nuevo Plan General de Ordenación Urbana, la aceleración de las obras de saneamiento y depuración, el puente de acceso por la Carretera 401, el nuevo Centro Municipal de Cultura y, sobre todo, el anuncio de la celebración de unos comicios municipales libres y democráticos. «1979 habrá de ser recordado por los españoles como el año de la fe y la esperanza».

¿Ha sido así o España sigue constituida, 40 años después, como un reino infernal, una jaula de grillos, una ring manchado de sangre donde dilucidar las diferencias con golpes y no con palabras…? Esperamos que, pese a los demonios que acechan, las diferencias ideológicas y las tinturas culturales policromadas, subsista el espíritu de concordia y de construcción. Los políticos pueden empezar a ser el principal problema de los españoles —ya se vislumbra en las encuestas—, como han sido en otras ocasiones, rémoras de la paz y la convivencia,  a causa del ‘frentismo’ que proponen, atender de forma prioritaria sus intereses particulares y por el odio al contrincante que exhalan aunque represente a miles de ciudadanos.

 

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