Entendemos por inclusión social aquel proceso que asegura que esas personas que están en riesgo de pobreza y exclusión social, tengan las oportunidades y recursos necesarios para participar nuevamente en la vida económica, social y cultural disfrutando un nivel de vida y que se considere normal en la sociedad a la que ellos pertenecen, en definitiva una nueva oportunidad de integrarse. Los motivos que nos llevan a la situación de exclusión son amplios y diversos, según cada persona o circunstancia. Desde la exclusión por falta de acceso a recursos económicos, pobreza, hasta la exclusión por razón de género, pasando por nacionalidad, raza o etnia, por ser inmigrante, por ser joven, por ser limitado en capacidades físicas o psíquicas, por temas culturales o formativos, por problemas de acceso a la vivienda, a la educación, a la alfabetización digital, etc. Son muchos los motivos que llevan a una persona al “precipicio” de la exclusión social.
Todo gira en torno a personas o colectivos de personas que debido a lo competitivo de los mercados actuales o a la falta de recursos se ven envueltos en una situación de la cual es difícil salir. Personas que no tienen las mismas oportunidades o que han errado en algún momento de su vida. Actualmente se gestionan innumerables acciones dirigidas a promover la inclusión social, tanto en ayuntamientos como en fundaciones, ONG´s, empresas públicas o privadas todos colaboran activamente con programas relacionados a la inclusión social. Movimientos solidarios para facilitar el acceso al empleo, a la vivienda, apoyo a la igualdad de la mujer en la vida social y laboral, apoyo a la inserción laboral de jóvenes y discapacitados, formación en el uso de nuevas tecnologías, etc.
No nos damos cuenta de este problema, nos cuesta asumir que hay personas que necesitan una ayuda, un empleo, en definitiva otra oportunidad. Todo es cuestionable y todo se puede mejorar, pero para que podamos crecer como sociedad tenemos que cooperar con los colectivos más desfavorecidos. Tenemos que facilitarles y ayudarles para que puedan volver a tener una vida plena con igualdad de oportunidades. En medio de la dificultad reside la oportunidad, un optimista ve la oportunidad en cada dificultad. Si la oportunidad no llega es entonces cuando se deben construir los puentes necesarios. Estos puentes son los acuerdos, medidas y políticas de las que estamos hablando.
También en el ámbito político, la inclusión social ocupa un puesto relevante, es una prioridad. Es parte importante en la política activa actual, siendo uno de los puntos principales dentro de los gobiernos locales y nacionales. Por ejemplo, muchos ayuntamientos o comunidades tienen programas para fomentar la reinserción en empleos públicos a mujeres maltratadas, inmigrantes, personas sin recursos, jóvenes con problemas, etc. Está presente en multitud de políticas de cooperación para el desarrollo, proyectos de Empleo Público, mediante los cuales se gestionan convocatorias específicas de puestos para personas con discapacidad física e intelectual, mujeres maltratadas…
Otro paso más en la defensa de los derechos sociales y la inclusión social, es la firma de convenios de colaboración con diferentes Asociaciones de ayuda a colectivos desfavorecidos o de reinserción, mediante los cuales se promueven actividades de reinserción y formativas, enfocadas al interés social, a través de la empresas públicas y privadas. Esta medida se suma a otras iniciativas que se están llevando a cabo como el fomento del empleo estable para este tipo de colectivos. Los gobiernos son un componente clave para el éxito de las políticas de desarrollo social, sin su participación y compromiso estas políticas estarán condenadas al fracaso. La sociedad civil tiene un rol central para promover políticas de inclusión y desarrollo social, dentro de las cuales la prioridad de la inversión en la infancia es clave.
La inclusión social no es solamente un discurso político, sino, fundamentalmente un asunto humano necesario para adoptar los cambios sociales que se necesitan, para ello se necesitan facilitar medidas como es la inversión económica y ayudas fiscales a empresas que se adhieran a estas programas. Ya no estamos en el tiempo de los discursos, sino en el momento de la acción para que la inclusión social comience a ser una realidad.
Necesitamos un cambio de la estructura social que construya una nueva educación inclusiva de niños y niñas reconocida y sin barreras para el aprendizaje y la participación. La infancia y la educación son la base de todo, con mecanismos participativos que permitan el acceso y el ejercicio de los derechos humanos, asociados con la pobreza, marginalidad, desarrollo educativo, desarrollo social y el desarrollo psicológico, que posibiliten la inclusión plena, disminuyendo la barrera social y económica .